Dia 92, del viaje a la maratón de Valencia.
¡¡¡Muy buenos días!!!
Pase una parte de la tarde ayer leyendo algunos artículos de Chesterton,
de Gilbert K. Chesterton, y me llamó la atención uno en particular en el que
defiende a Bernard Shaw por los ataques que esté recibía por ser y declararse
agnóstico.
Antes de seguir tengo que añadir que los dos eran grandes amigos,
aunque mantenían grandes diferencias en lo político y en lo espiritual, y que las
mostraban públicamente en artículos de prensa y debates. Se respetaban
profundamente y se valoraban mutuamente.
En esa defensa de Shaw que escribió Chesterton decía, más o menos: “Hay una verdad
fundamental en la que nunca he estado en desacuerdo con él, ni por un momento.
Sea lo que sea, nunca ha sido un pesimista ni un derrotista en cuestiones
espirituales. Al menos está del lado de la Vida. Todo está mal en él, excepto
él mismo.”
La frase final es la que me más me llamó la atención: “Todo está mal en
él, excepto él mismo”.
No me equivoco si digo que muchos de nosotros conocemos a alguien así,
personas que ya no tienen las mismas ideas que nosotros desde el punto de vista
cristiano, es más piensan que somos ingenuos al serlo y que no creen en nada de
lo que nosotros creemos. Desde el punto de vista cristiano, casi todo está mal
en ellos, excepto ellos mismos.
Y, sin embargo, hay algo en ellos que es muy correcto, es más puede ser
inspirador y darnos energía positiva, bondad, alegría y buen humor. Tal vez
sean agnósticos practicantes o ateos, pero su presencia irradia vida en el
lugar donde se encuentran.
No me entendáis mal, esto no quiere decir que la idea simplista que tienen
muchas personas sobre los cristianos de que somos ingenuos e inmaduros y de que
los que no lo son y se hacen sus propias reglas son muy clarividentes y maduros,
sea cierta. No. No hay nada de inteligente en apartarse del cristianismo, ni en
creer que se está “más allá” de él, ni pensar que estar fuera de sus normas o
creer que seguirlas impide vivir intensamente la vida. Eso es un fallo en la
religiosidad, y muchas veces también un fallo en la sabiduría y la madurez.
Lo que quiero decir es que esa energía tan buena que nos encontramos en
tanta gente buena es exactamente eso, energía maravillosa, pero no hay que
confundirla con un pensamiento profundo de la vida.
Voy a ver si acierto con un ejemplo: un cantante, un grupo musical
consigue que bailemos y nos divirtamos, y eso no es poca cosa pues bailamos
poco y muchas veces vivimos con demasiada seriedad. Pero eso no nos da permiso
para confundir esa energía juguetona con sabiduría o profundidad. Es algo
precioso hacer que la gente baile, llevar alegría a un lugar, levantar el ánimo
de las personas para que disfruten un poco más de la vida. Pero no es todo, ni
lo más hondo. Es lo que es: algo bueno en sí mismo, pero solo eso.
Aun así, está bien, se encuentra en la parte correcta. Está del lado de
la vida. Ayuda a traer energía positiva a un lugar, y eso necesita ser ensalzado.
Por eso debemos ensalzar a nuestros buenos amigos agnósticos que participan de
muchas de nuestras celebraciones e ideas y dejarnos alabar por ellos.
Si lo pensamos un poco nos daremos cuenta de que no todo puede arreglarse,
pero sí debe nombrarse adecuadamente. Y es que lo que está mal, está mal, y
debe llamarse mal; pero lo que es bueno, es bueno, y debe llamarse bueno.
Cuando veo a alguno de mis amigos “escépticos”, y encuentro en ellos energía,
calor, lo que aportan a un lugar, eso me reconforta. Puede que muchas cosas
estén mal en ellos, pero no todo lo está. Esa alegría y calidez se la dieron
igual que a mí. No comulgan con mis ideas, y por eso creo que están equivocados;
pero a menudo están del lado de la vida y su forma de ver la vida me ayuda a mí
a seguir estando en el lado correcto de las cosas. Y eso sí que está bien.
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