jueves, 2 de octubre de 2025

Dia 80, del viaje a la maratón de Valencia. Estar quemados.

     Dia 80, del viaje a la maratón de Valencia.   

¡Buenos días! 



Al conversar con algunos de mis amigos que aún se encuentran en el mercado laboral me he dado cuenta de un detalle que me preocupa y que también puedo observar en muchas personas que tienen aún años de vida laboral por delante.

Se trata de una sensación, solo de una sensación, pero que me preocupa. Muchos trabajadores me parece que sienten que no se les valora en su trabajo y terminan por no estimar ese trabajo que en otro tiempo buscaron y consiguieron con ilusión. Se apartan de esa ilusión del principio y vienen a pensar: “al fin y al cabo es un trabajo, sin más, hago lo que tengo que hacer, me pagan y luego vuelvo a mi vida”.

Todos saben que esa conclusión es falsa. Y es que la mayor parte de nuestra vida, de nuestra semana…, la vamos a pasar en ese puesto trabajo y que no es posible refugiarse en la indiferencia.

Se puede levantar una barrera entre nuestras pasiones e ilusiones en el trabajo y lo que se tiene que hacer en él, pero eso no funciona. Las horas cada vez nos van a parecer más largas. Ya no se buscan los desafíos que antes apasionaban cuando se iba a trabajar, solo queda criticar a los jefes o a los encargados pues se piensa que ya no te entienden, que no te motivan. Cada vez aparecen con más asiduidad unos pensamientos autocompasivos. Se duerme mal. En fin, se está laboralmente quemado.

He visto en alguna encuesta que nueve de cada diez jóvenes y no tan jóvenes son infelices en el trabajo. Los que están más cerca de jubilación sufren menos.

Y yo veo ahí un problema. Se piensa mucho en los problemas que tiene la economía mundial como la guerra comercial, la inestabilidad que presentan muchos países, la transición energética, el desafío de la Inteligencia Artificial. Pero eso me parece poco si se lo compara con lo que amenaza su base: el trabajo. El profundo malestar y la falta de satisfacción de la persona que trabaja pone en peligro los cimientos de nuestra economía. Al final siempre aparece el problema de la persona.

¿Por qué los jóvenes se sienten más quemados en el trabajo? La respuesta más sencilla es echar la culpa a las nuevas generaciones por haber “perdido los valores” y la capacidad de sacrificarse: decir que cualquier tiempo pasado fue mejor es un acto de pereza intelectual y de falta de aprecio por el presente.

Decir que las generaciones que nos preceden no ven la realidad que les rodea y por eso no tienen una buena relación con ella es demasiado fácil. No basta con decir que pasan demasiado tiempo ocupados en el “yo” y que ese narcisismo impide que se relacionen bien con el resto de la sociedad. No es eso.

Yo lo veo al revés, el estar quemados en su trabajo es el mejor ejemplo de que han descuidado el “yo”. Mi falta de compromiso con mi deseo de realizarme en mi trabajo y mi falta de autoestima es lo que me impide tener paciencia, no cansarme, no dejarme robar la energía por unos jefes y encargados ineficientes, injustos o desconsiderados. Es el amor al “yo” lo que me permite soportar ese cansancio y el ser libre respeto a cierta idea de lo que debo ser como trabajador. Lo que yo deba ser como trabajador es la gran trampa.

Hay quien piensa que aumentando mis pretensiones va a solucionar el problema, pero es que aumentando la distancia que hay entre mis pretensiones y lo que en realidad soy no va a solucionar nada. Es precisamente lo contrario: solo se trabaja bien cuando esa distancia se reduce a cero.

Desear ser valorado, buscar la satisfacción en lo que se hace, no es un problema, es nuestra naturaleza y la fuente de nuestra energía. Conocerse, mirarse y estimarse es la forma de no caer en la mezquindad y en la incapacidad que nos puede bloquear. Estamos quemados porque hemos descuidado ese yo.

Me viene ahora a la memoria: “El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismoPues ese “como a ti mismo” implica conocerse, y es lo que muchas veces nos falta en nuestro día a día.

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