miércoles, 8 de octubre de 2025

Dia 86, del viaje a la maratón de Valencia. La Europa que puede ser

     Dia 86, del viaje a la maratón de Valencia.

¡Buenos días! 



Si miramos todo lo que sucede a nuestro alrededor no es difícil pensar que el mundo no es que esté cambiando, sino que ha cambiado, sí, ha cambiado, no es el mismo de hace unas décadas. 

Y como europeo que soy, y que me siento, siempre he pensado en las ventajas de ser y sentirse europeo, creo que Europa es lo que tengamos el valor de hacer posible los europeos, todos los europeos.

Si miro hacia Estados Unidos veo que nuestra relación es más complicada que antes, la guerra en Ucrania nos está mostrando cuan dependientes somos de Rusia, la situación en Gaza nos muestra cuanto necesitamos una Europa más fuerte que pueda promover la paz, y es que la fuerza económica de nuestra vieja Europa y nuestro poder político ya no bastan para garantizarnos el que sigamos siendo un líder global.

Ya sé que Europa aún no está definida. No está completa. Pero el destino de este proyecto que me atrevo a considerar único ahora mismo en el mundo depende de cada uno de nosotros. Por eso hay que creer en Europa, luchar por ella, no rendirse ante cualquier dificultad y no subestimar todo lo que podamos llegar a ser y representar.

Conformarse en cómo estamos ahora los europeos es de alguna manera rendirse, significa dejar a Europa fuera de todas las decisiones importantes, y Europa nunca ha sido hasta ahora una espectadora en el mundo, y no debemos acostumbrarnos nunca a serlo. Somos referentes. Solo hay que tener el valor de tomar las decisiones necesarias.   

Ahora es el momento de olvidarnos de ver a Europa como es y empezar a trabajar en la Europa que puede llegar a ser, el mundo está cambiando rápidamente y nosotros debemos hacerlo igualmente.

Yo solo veo dos caminos: un camino que nos lleve a un cambio rápido y valiente u otro camino más lento y tranquilo pero doloroso que nos llevará hacia la irrelevancia. Mi opción es el primero, el que nos debe llevar a cambiar. Sé que no va a ser fácil ya que eso va a implicar hacer algunos sacrificios.

Unos sacrificios que como en la mayoría de las ocasiones implica hacernos preguntas difíciles, cuyas respuestas es necesario responder: ¿quiero que mi país sea capaz de defenderse? ¿Quiero realmente integrar mi economía y desbloquear el gran potencial que tenemos? ¿Quiero apoyar a nuestras empresas, a nuestros emprendedores? ¿Quiero garantizar nuestro modelo de libre empresa y de redes de protección social?

Si en realidad eso es lo que quiero, entonces, yo solo veo una respuesta: Europa. No está Europa sino la Europa que puede ser. La Europa que debemos empezar a construir.

Es verdad que nos estamos enfrentando a desafíos impensables hace años, pero son reales, y estamos comprobando que para responder a ellos Europa debe cambiar. Si no somos líderes, seremos seguidores. Hay que ser más ágiles, más rápidos, más justos, ser capaces de dar respuestas concretas a las personas, saber aprovechar al máximo todas las herramientas que tenemos y tener la fuerza para crear otras nuevas cuando todavía no las tenemos. Todo lo anterior, lo que quiere decir es que las cosas no pueden continuar como ahora, tenemos que reconocer que con lo que nos sentíamos cómodos y que garantizó todos los cambios que hemos alcanzado hasta ahora, ya no es suficiente.

La política y nuestros políticos parece que saben que hay que cambiar, pero pocos están realmente dispuestos a hacerlo, y es que el coraje es una palabra que no se usa mucha en nuestra política.

Si repasamos nuestra historia vemos que por naturaleza los europeos somos innovadores, constructores, emprendedores, que nos gusta crear y siempre aspiramos a la excelencia. Lo que nos ha hecho ser una avanzadilla del progreso global y de las revoluciones industriales. Hemos creado arte, cultura, empresas y hemos sido capaces de llevar a generaciones de la guerra y la pobreza a la prosperidad. Y los españoles sabemos mucho de eso.  

En definitiva, si como europeos queremos la paz, debemos protegerla. Si queremos el crecimiento, debemos hacerlo posible. Si queremos la confianza, debemos merecerla. Y si queremos liderar, entonces debemos cambiar – con leyes más inteligentes, políticas más coherentes y el valor de actuar.

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