Dia 82, del viaje a la maratón de Valencia.
¡Buenos días!
En muchas ocasiones, en mi quehacer diario mis opiniones e ideas pueden
chocar con otras formas de ver la vida. Entonces, me veo obligado a tener que
contar con ellas, o, dicho de otro modo, a contar con la realidad.
A veces esta presencia de otras ideas conduce a tener que realizar un
esfuerzo, una adaptación e incluso un enfrentamiento por defender mi manera de
ver las cosas, según cuál sea la realidad y el momento en el que me encuentre.
Por ejemplo, cuando miro el espectro político, tengo que contar con la
gran cantidad de ideas y propuestas, representadas por los diferentes y, a
veces, distantes partidos y, por eso, muchas veces no es posible en estos
terrenos que mis ideales se puedan llegar a realizar totalmente. En política
hay que respetar las posiciones del otro y, a veces, hay que negociar con
propuestas diferentes a las que uno defiende. Soy consciente de que mi propuesta
moral es una más en el concierto de aportaciones a una sociedad abierta, libre
y compleja. ¿Cómo se hace entonces para llevarla a término?
Dicho de otra manera: ¿cómo debo actuar en política? Indudablemente,
buscando el bien y aponiéndome al mal. Pero, a veces, en las condiciones
inevitables de este mundo, me veré forzado a buscar maneras para que lo que
este mal no se haga dueño de la situación. Es como en el campo donde crecen el
trigo y la cizaña. El dueño del campo les deja crecer, a la espera del momento
oportuno de separarlos y de quemar la cizaña. Mientras tanto, tienen que
convivir el trigo y la cizaña. Por eso, la presencia de mis ideas se debe de
realizar en ocasiones de forma parcial. Esto se traduce de muchas maneras: mal
menor, objeción de conciencia, o bien posible.
En mi libertad y en mi conciencia, debo valorar, por ejemplo, a qué
partido votar teniendo en cuenta la realidad del momento, las posibilidades
limitadas del bien en un momento concreto. Mi bien deseable o el bien mejor
puede no ser posible en una situación enredada. Buscar mi bien ideal puede ser
un modo de perder el bien posible y encontrarme con un mal mayor.
Es la tentación de los fundamentalismos. De ahí la necesidad de analizar
bien los signos de los tiempos, porque este buen análisis me ayuda a entender y
aplicar mis principios en el aquí y ahora concreto de una situación.
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