viernes, 26 de octubre de 2018

Viernes 26 de octubre de 2018.

“El ojo corporal, que es el órgano para ver los objetos materiales, se nos da por naturaleza. El ojo de la mente, cuyo objeto es la verdad, es obra de la disciplina y el hábito”. J. H. Newman.  


Aunque todas las informaciones meteorológicas nos dicen que a partir de hoy van a bajar las temperaturas y que vamos a tener un fin de semana lluvioso y frío, creo que tenemos que esperar, de momento en mi balcón 16,5 grados y con la esperanza de poder ver salir el sol a las 08:22 horas, aunque todos dicen que las nubes nos impedirán ver como se despide del día a las 19:07 horas, ya veremos.
Voy a volver un poco más al tema de ayer, porque es normal que cuando estamos hablando sobre los que consideramos responsables de la situación actual y de muchos de los males que acechan a nuestra sociedad, la rabia y el resentimiento surjan en nosotros. Está bien convivir con esos sentimientos por un tiempo (porque la rabia es un importante modo de lamentarse) pero, después de un tiempo, necesitamos movernos de allí.
El desafío entonces es preguntarnos: ¿Cómo empatizo ahora, dado todo este odio? ¿Dónde puedo encontrar ahora un hilo común que pueda mantenerme en sintonía con aquellos con los que estoy furioso?  Y, quizás lo más importante de todo: ¿De dónde puedo lograr ahora la fuerza para no ceder al odio y a la indignación egoísta?
Ese es el desafío. Casi todos nuestros instintos naturales contribuyen contra esta clase de empatía, como hacen casi todas las cosas que nos rodean. Ante la injusticia, nuestros instintos naturales empiezan espontáneamente, uno por uno, a cerrar las puertas de la confianza y hacernos críticos. Nos invitan también  a sentir indignación y odio. Ahora bien, esos sentimientos producen en nosotros una cierta catarsis. Eso da buena sensación. Pero esta clase de sentimiento catársico es una droga que no nos favorece mucho a largo plazo. Necesitamos algo más allá de los sentimientos de amargura y odio para nuestra salud a largo plazo. La empatía es ese algo.
Aun sin negar lo que es censurable ni negar la necesidad de ser proféticos ante todo lo que es malo, la empatía todavía nos llama a algo posterior a la ira, a la indignación y al odio. Para nosotros y hoy, eso es particularmente lo más necesario en nuestra sociedad.

Feliz y Dulce Día.

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