“El ojo corporal, que es el órgano para ver los objetos materiales, se
nos da por naturaleza. El ojo de la mente, cuyo objeto es la verdad, es obra de
la disciplina y el hábito”. J. H. Newman.
Aunque todas las informaciones
meteorológicas nos dicen que a partir de hoy van a bajar las temperaturas y que
vamos a tener un fin de semana lluvioso y frío, creo que tenemos que esperar,
de momento en mi balcón 16,5 grados y con la esperanza de poder ver salir el sol
a las 08:22 horas, aunque todos dicen que las nubes nos impedirán ver como se
despide del día a las 19:07 horas, ya veremos.
Voy a volver un poco más al
tema de ayer, porque es normal que cuando estamos hablando sobre los que
consideramos responsables de la situación actual y de muchos de los males que
acechan a nuestra sociedad, la rabia y el resentimiento surjan en nosotros.
Está bien convivir con esos sentimientos por un tiempo (porque la rabia es un
importante modo de lamentarse) pero, después de un tiempo, necesitamos movernos
de allí.
El desafío entonces es
preguntarnos: ¿Cómo empatizo ahora, dado todo este odio? ¿Dónde puedo encontrar
ahora un hilo común que pueda mantenerme en sintonía con aquellos con los que
estoy furioso? Y, quizás lo más importante
de todo: ¿De dónde puedo lograr ahora la fuerza para no ceder al odio y a la
indignación egoísta?
Ese es el desafío. Casi todos
nuestros instintos naturales contribuyen contra esta clase de empatía, como
hacen casi todas las cosas que nos rodean. Ante la injusticia, nuestros instintos
naturales empiezan espontáneamente, uno por uno, a cerrar las puertas de la
confianza y hacernos críticos. Nos invitan también a sentir indignación y odio. Ahora bien, esos
sentimientos producen en nosotros una cierta catarsis. Eso da buena sensación.
Pero esta clase de sentimiento catársico es una droga que no nos favorece mucho
a largo plazo. Necesitamos algo más allá de los sentimientos de amargura y odio
para nuestra salud a largo plazo. La empatía es ese algo.
Aun sin negar lo que es
censurable ni negar la necesidad de ser proféticos ante todo lo que es malo, la
empatía todavía nos llama a algo posterior a la ira, a la indignación y al
odio. Para nosotros y hoy, eso es particularmente lo más necesario en nuestra
sociedad.
Feliz y Dulce Día.
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