sábado, 27 de octubre de 2018

Sábado 27 de octubre de 2018.

“El ojo corporal, que es el órgano para ver los objetos materiales, se nos da por naturaleza. El ojo de la mente, cuyo objeto es la verdad, es obra de la disciplina y el hábito”. J. H. Newman. 


Hoy parece que vamos a tener un día no tan apacible como el de ayer, de momento tenemos una temperatura en mi balcón de 18,8 grados, pero al estar nublado, y creo que con amenaza de lluvia, no he visto la salida del sol que se ha producido a las 08:23 horas y creo que tampoco veré su puesta a las 19:06 horas, pero ya veremos.
Llevo días fijándome e intentando seguir la marcha de migrantes que salió de Honduras y que está atravesando México con la intención de llegar a Estados Unidos. Y me encuentro con informaciones contradictorias y que me llevan a preguntarme qué hay detrás de esta numerosa marcha humana.
Se dice que son alrededor de siete mil los centroamericanos que se encuentran en ella y al igual que nos sucede con los migrantes que llegan a nuestras costas es normal que nos preguntemos; ¿qué hay detrás de esta crisis humanitaria? ¿Qué fuerzas han impulsado a miles de hombres, mujeres y niños a dejar su casa, la tierra en la que nacieron, para emprender esta caminata interminable, plagada de peligros e incertidumbres? ¿Qué mueve a una persona a abandonar todo lo conocido y a buscar, más allá de toda esperanza, el sueño que tal vez nunca llegará?
Sin duda, hay que mirar hacia Honduras, lugar de donde son la mayoría de los integrantes de esa larga caravana, y si la miramos desde el Fondo Monetario Internacional, podemos llegar a la conclusión que Honduras es una economía emergente sólida, con un crecimiento moderado pero constante, cercana al pleno empleo y con un gobierno ordenado. Una conclusión que nos dan todos los datos macroeconómicos y que contrasta fuertemente con la realidad, y que no explica las causas que lanzan a una población desesperada a abandonar el país en busca de nuevas oportunidades.
El problema creo encontrarlo en que Honduras tiene el nivel más alto de desigualdad económica de América Latina y ocupa el tercer lugar a nivel mundial, solo superado por Sudáfrica y Haití.
Si miramos en otro organismo internacional como los datos del Banco Mundial, nos encontramos con que 61 por ciento de los hondureños vive en situación de pobreza; un fenómeno que es todavía peor, puesto que uno de cada cinco hondureños vive en pobreza extrema.
Y, si añadimos a esto los problemas que tiene Honduras con la violencia pues tiene una tasa de homicidios de 59,1 a 43,6 homicidios por cada 100.000 habitantes, la situación de muchos hondureños se vuelve alarmante.
Pero, todos estos datos y los números no deben ser suficientes para dar una explicación convincente de esta caravana que en estos momentos está atravesando el territorio mexicano. Esta caravana no es una masa amorfa y despersonalizada, no es un espectáculo político, no es un fenómeno aislado y efímero.
La caravana que está cruzando México, es la suma de dolores y sufrimientos, de humillaciones y marginaciones, que sufren personas de carne y hueso, seres humanos que acumulan tanta desesperación que prefieren arriesgar la vida que continuar bajo el yugo de un sistema que drena su dignidad todos los días.
Esta caravana es un símbolo del dolor que acumula un mundo indiferente, que olvida que son personas, y no números, los que caminan hacia Estados Unidos. Esta caravana es un signo de los tiempos, donde coexiste la civilización más avanzada de la historia con el más profundo amor abstracto que pueda residir en el corazón humano.

Feliz y Dulce Día.

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