“El ojo corporal, que es el órgano para ver los objetos materiales, se
nos da por naturaleza. El ojo de la mente, cuyo objeto es la verdad, es obra de
la disciplina y el hábito”. J. H. Newman.
Voy a ver si hoy después de un
fin de semana de una gran actividad soy capaz de escribir algo con un poco de
coherencia. Ahora en mí balcón me encuentro con 17,7 grados, temperatura
agradable que nos debe preparar para comenzar bien la semana.
Llevamos un par de semanas en
que los efectos de las fuertes lluvias han producido una serie de desastres
naturales que han provocado las muertes de varias personas, y, es comprensible
que los que creemos en la existencia de Dios y los que aceptan al menos su posibilidad,
nos hagamos la clásica pregunta: ¿Por qué permite Dios estas cosas?
Es obvio que nuestra respuesta
puede tener muchos matices, uno puede ser que el universo, por inmenso que sea,
no es Dios y no seria lógico afirmar que Dios cree otro Dios. Y puesto que no
lo es, ha de resultar contingente, lo que significa que sus leyes tienen límites
y fallan, porque no es pura perfección.
Pero entonces: ¿Por qué Dios
permite tantas maldades en los hombres? Y aquí nos deberíamos de adentrar en la
ética y la filosofía pero una respuesta sencilla puede ser que sencillamente porque
Dios ha dotado al hombre de libre albedrío, y no podemos ser libres a ratos. Lo
somos verdaderamente, pero con las consecuencias de una libertad que, por no
ser divina, es falible. La elección del mal es manifestación de libertad, aunque
sea fallida, en cuyo caso no perfecciona al hombre. Es la libertad que puede
acontecer en un ser limitado.
Podríamos continuar haciéndonos
preguntas y necesitaríamos muchos “Buenos Días” para buscar las respuestas,
nuestro libre albedrío nos lo permite.
Feliz y Dulce Día.
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