miércoles, 10 de octubre de 2018

Miércoles 10 de octubre de 2018.

 “-El amanecer no está lejos- dijo Gamelin-. Pero la luz del día no habrá de ayudarnos, me temo.
-Sin embargo, el amanecer es siempre una esperanza para el hombre- dijo Aragon.”
“El señor de los anillos”. J.R. Tolkien. 


Voy a seguir un poco más con Aristóteles, pero antes os diré que la temperatura en mi balcón de Pego es de 17,3 grados y que parece ser que hoy el día puede desarrollarse de cualquier manera.
Llevo unos días repasando un poco la filosofa de Aristóteles, y me he encontrado con muchas cosas interesantes, nos decía en uno de sus infinitos escritos; que lo que distinguía al hombre de cualquiera de los animales es la capacidad para discernir el bien y mal, interesante verdad.
Y digo interesante pues después de tantos siglos parece que nos estamos olvidando últimamente de estas enseñanzas, que hemos conservado, durante muchos siglos.
¿Por qué? Resulta que estamos suprimiendo las categorías morales y esto comienza cuando ley y moral se convierten en departamentos autónomos. Si seguimos esa evolución veremos que cuando las cosas que son objetivamente inmorales -esto es, malas en su misma naturaleza- se pueden realizar al amparo de la ley, tarde o temprano la inmoralidad se convierte en ley, primero de forma tácita y condescendiente, luego como uso social admitido, más tarde como conducta que reclama el amparo legal para, por último, reclamar también que la moralidad sea arrinconada, primero de forma tácita o condescendiente, luego como un uso social obsoleto o grotesco, más tarde como conducta indeseable.
Buscad un ejemplo y veréis que es un camino de ida y vuelta inevitable, porque el hombre inmoral, una vez que ha logrado que su conducta sea admitida, anhelará que tal conducta no sea percibida socialmente como algo inmoral; lo que, a la larga, exige proscribir la conducta del hombre moral, que se ha tornado odiosa.
Ahora tendría que poner un ejemplo que explicara todo esto, pero lo tengo que redactar un poco para que no se me entienda mal, y eso no lo puedo hacer ahora.

Feliz y Dulce Día.

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