“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la
muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien).
Parece ser que el invierno nos
ha llegado, al menos aquí en Pego pues hoy ya estamos con una temperatura en mi
balcón de 11,3 grados, vamos a ver si el sol cuando salga a las 07:25 horas es
capaz de arreglar un poco el ambiente al menos hasta las 18:03 horas, que nos
abandonara.
Se me olvido ayer comentar que
nuestra afición a conversar es algo natural, algo que nos surge a la más mínima
oportunidad, conversamos en los lugares más insospechados, y con personas a las
que no conocemos hasta ese momento, y cuantas veces nos ha sucedido que de aquellas
conversaciones espontáneas que se entablaban en los lugares más extraños surgían
de vez en cuando amistades espontáneas, y que nos ayudan a disfrutar un poco más
de la vida.
En nuestra sociedad todo
parece estar en contra para que conversemos, existe una especie de conspiración
contra la conversación. Muchos de nosotros llevamos enchufados al oído
altavoces que nos aíslan de la realidad que nos rodea en ese instante, o estamos
apresados a las pantallas que nos transmiten normalmente un espejismo de compañía
(¡cientos, miles de amigos virtuales!) y que, en realidad, no hacen sino ahondar
nuestra soledad.
Y, cuantas veces cuando vamos
paseando miramos el móvil para que nos haga compañía, o más bien para que nos haga olvidar que no
tenemos compañía; o que, si la tenemos, no sabemos qué hacer con ella, y es que
estamos logrando que dejemos de conversar, porque hemos conseguido que dejemos
de sentir curiosidad por el alma del prójimo, para que la nuestra se estropee y
envilezca.
Esperemos que nuestra vida no termina
siendo como la de los muebles, con los que alguien siempre termina haciendo
leña.
Feliz y Dulce Día.
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