miércoles, 17 de octubre de 2018

Miércoles 17 de octubre de 2018.

 “-El amanecer no está lejos- dijo Gamelin-. Pero la luz del día no habrá de ayudarnos, me temo.
-Sin embargo, el amanecer es siempre una esperanza para el hombre- dijo Aragon.”
“El señor de los anillos”. J.R. Tolkien. 


He leído hace unos momentos una noticia en el periódico el País, os dejo el enlace al final, y no me queda otro remedio que volverme a indignar, pero antes de mostraros mi indignación os diré que ahora en mi balcón de Pego tengo una temperatura de 17,8 grados y aunque nos puede parecer no demasiado fresca con la lluvia que tenemos la sensación de frío y de estar ya en invierno es fuerte.
Aclaro, de entrada, que me pronuncio en contra de la violencia contra las mujeres, contra los hombres y contra los niños: contra TODA violencia, y no solo contra “alguna” y “selectiva” violencia, porque eso es simple e inmoral ideología.
Una vez dicho esto; ¡39 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas! ¡Intolerable! ¡Dónde vamos a parar! ¡Hay que acabar con esta lacra! ¡Ni una más! ¡Estamos fracasando como sociedad!  -por cierto, la única verdad que he oído en todo esto-, etc., etc. ¿Cuántas veces habéis oído esta cantinela?
¡39 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas! Tristemente, el matrimonio -casadas o no-, ya ni se nombra: se le ha borrado, perseguido hasta la extinción. Cuántas de esas mujeres asesinadas estaban “casadas” y cuántas estaban “emparejadas” o “ex-parejadas". Porque el dato es muy significativo -¡los datos son los datos!- para saber lo que se está DESTRUYENDO -que no “construyendo"-, con las leyes que se están sacando adelante.
Sólo una mujer asesinada ya es, efectivamente, un fracaso de la sociedad. Lo de las “órdenes de alejamiento” sería para estar riéndose hasta después de Año Nuevo si no fuera por las tragedias, irremediablemente trágicas, que se han generado; para más “INRI”, ¡con la ley en la mano! Pero a ésto hemos llegado, ésto nos han impuesto, y ésto es lo que se ha votado.
¡Por supuesto que estoy en contra de cada una de esas muertes! Pero hay que “poner los puntos sobre las íes” porque, en caso contrario, perdemos todos la cordura, y no haremos más que ahondar el mal hecho e instalado ya, desgraciadamente, dentro de nuestra sociedad; si a esto se le puede seguir llamando aún “sociedad"…
No puedo rasgarse las vestiduras tan “selectivamente”, no puedo vociferar contra el maltrato animal y estar a la vez a favor del aborto. Como no puedo callar que toda la “educación” que favorece la promiscuidad sexual desde críos favorece muchos de los problemas con que nos estamos encontrando después. Por su propia lógica, o por su propio peso.
Hemos empezado con los bebés que tienen el atrevimiento de pretender nacer -¿habrase visto mayor delito?-, hemos seguido con los ancianos, que salen carísimos, hemos pasado luego a los enfermos, tengan la edad que tengan, y pronto señalaremos a los que llevan gafas, o son calvos, o están en edad de parir -¡qué horror: más niños!-, o tienen pecas… Total, lo de menos es el motivo a esgrimir: ¡lo que nunca diremos es que les vamos a matar!  
Pues ya sabemos, un día vendrán y nos tocará a nosotros, se nos llevarán. Sí, a nosotros. “¿Y por qué a mí?", podremos preguntar en el último viaje como dicen en el anuncio. “Porque me has votado", nos podrán contestar. Y con razón.
¡Ojala recuperemos la cordura, el sentido común, y el sentido moral de nuestra vida! Pero si no luchamos por ello, nos lo quitarán todo.

Feliz y Dulce Día.

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