“-El amanecer no está lejos- dijo
Gamelin-. Pero la luz del día no habrá de ayudarnos, me temo.
-Sin embargo, el amanecer es siempre una esperanza para el hombre- dijo
Aragon.”
“El señor de los anillos”.
J.R. Tolkien.
He leído hace unos momentos
una noticia en el periódico el País, os dejo el enlace al final, y no me queda
otro remedio que volverme a indignar, pero antes de mostraros mi indignación os
diré que ahora en mi balcón de Pego tengo una temperatura de 17,8 grados y aunque
nos puede parecer no demasiado fresca con la lluvia que tenemos la sensación de
frío y de estar ya en invierno es fuerte.
Aclaro, de entrada, que me
pronuncio en contra de la violencia contra las mujeres, contra los hombres y
contra los niños: contra TODA violencia, y no solo contra “alguna” y “selectiva”
violencia, porque eso es simple e inmoral ideología.
Una vez dicho esto; ¡39
mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas! ¡Intolerable! ¡Dónde vamos a
parar! ¡Hay que acabar con esta lacra! ¡Ni una más! ¡Estamos fracasando como
sociedad! -por cierto, la única verdad
que he oído en todo esto-, etc., etc. ¿Cuántas veces habéis oído esta cantinela?
¡39 mujeres asesinadas por sus
parejas o exparejas! Tristemente, el matrimonio -casadas o no-, ya ni se
nombra: se le ha borrado, perseguido hasta la extinción. Cuántas de esas
mujeres asesinadas estaban “casadas” y cuántas estaban “emparejadas” o “ex-parejadas".
Porque el dato es muy significativo -¡los datos son los datos!- para saber lo
que se está DESTRUYENDO -que no “construyendo"-, con las leyes que se están
sacando adelante.
Sólo una mujer asesinada ya
es, efectivamente, un fracaso de la sociedad. Lo de las “órdenes de
alejamiento” sería para estar riéndose hasta después de Año Nuevo si no fuera
por las tragedias, irremediablemente trágicas, que se han generado; para más “INRI”,
¡con la ley en la mano! Pero a ésto hemos llegado, ésto nos han impuesto, y ésto
es lo que se ha votado.
¡Por supuesto que estoy en
contra de cada una de esas muertes! Pero hay que “poner los puntos sobre las
íes” porque, en caso contrario, perdemos todos la cordura, y no haremos más que
ahondar el mal hecho e instalado ya, desgraciadamente, dentro de nuestra
sociedad; si a esto se le puede seguir llamando aún “sociedad"…
No puedo rasgarse las
vestiduras tan “selectivamente”, no puedo vociferar contra el maltrato animal y
estar a la vez a favor del aborto. Como no puedo callar que toda la “educación”
que favorece la promiscuidad sexual desde críos favorece muchos de los
problemas con que nos estamos encontrando después. Por su propia lógica, o por
su propio peso.
Hemos empezado con los bebés
que tienen el atrevimiento de pretender nacer -¿habrase visto mayor delito?-, hemos
seguido con los ancianos, que salen carísimos, hemos pasado luego a los
enfermos, tengan la edad que tengan, y pronto señalaremos a los que llevan
gafas, o son calvos, o están en edad de parir -¡qué horror: más niños!-, o
tienen pecas… Total, lo de menos es el motivo a esgrimir: ¡lo que nunca diremos
es que les vamos a matar!
Pues ya sabemos, un día
vendrán y nos tocará a nosotros, se nos llevarán. Sí, a nosotros. “¿Y por qué a
mí?", podremos preguntar en el último viaje como dicen en el anuncio. “Porque
me has votado", nos podrán contestar. Y con razón.
¡Ojala recuperemos la cordura,
el sentido común, y el sentido moral de nuestra vida! Pero si no luchamos por
ello, nos lo quitarán todo.
Feliz y Dulce Día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario