“-El amanecer no está lejos- dijo
Gamelin-. Pero la luz del día no habrá de ayudarnos, me temo.
-Sin embargo, el amanecer es siempre una esperanza para el hombre- dijo
Aragon.”
“El señor de los anillos”.
J.R. Tolkien.
Me estoy dando cuenta que para
leer noticias de nuestra vida real tengo que darle varias veces a la ruedecilla
del “ratón” para ir bajando en las webs de los periódicos, en cambio si que
puedo leer con intensidad una gran cantidad de noticias sobre presuntas
irregularidades cometidas por nuestros políticos y que ninguna de ellas constitutiva
de delito.
Los periodistas no cesan de
buscar día tras día cualquier incorrección cometida en algún momento de su
pasado por un político, y la oposición exige dimisiones hasta que aparece, a
las pocas horas, el siguiente caso.
Por cierto, una noticia de la
vida real: en mi balcón ahora 18,3 grados, ya se que esto no es política pero
tampoco la hace el Gobierno, que no tiene apoyo parlamentario para hacerla, ni la
hace la oposición que solo alimenta la polarización a la espera de que la caída
de Sánchez sea inminente. Ya se que Sánchez arde en su propia hoguera de
inalcanzable integridad. Para comprender la situación es necesario recordar
cómo el socialista llegó al Gobierno.
Sánchez llegó hace tres meses
a la Moncloa montado en el caballo de una regeneración que ahora le patea. No
quiso distinguir grados en la corrupción, casos investigados de casos
sentenciados. Delitos de cosas feas.
Los partidos políticos lo
invaden todo incluso la percepción moral de la opinión pública o publicada. Es
necesario que haya limpieza en la política, pero el hecho de que esa limpieza
no se distinga de una honradez imposible es prueba de que la vida pública está
dominada por una gran distracción.
Haber convertido una mala
tesis del presidente del Gobierno en el centro del debate público durante
semanas es síntoma de una anomalía: la vida política está alejada de un país
que necesita urgentes reformas.
En la España real hay un proyecto
de secesión de Cataluña, una generación entera que duda de su futuro (con el
suicido como mayor causa de muerte) y que en gran medida no cree en el sistema
constitucional, un cambio en el ciclo de los tipos de interés, un mercado
laboral ineficiente y el reto de una pluralidad creciente sin unos criterios
bien establecidos. En la España real hay una sociedad en marcha que es colonizada
por una agenda cada vez más distante y que tiene nostalgia de la política.
Feliz y Dulce Día.
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