lunes, 21 de mayo de 2018

Lunes 21 de mayo de 2018.

¡Buenos días! Dijo Bilbo. ¿Qué quieres decir? Preguntó Gandalf, ¿Me deseas un buen día, o quieres decir que es un buen día, lo quiera yo o no; o que hoy te sientes bien; o que es un día en que conviene ser bueno? -Todo eso a la vez- dijo Bilbo.  (El Hobbit, J.R.R. Tolkien)  


Podría decir que ya nos encontramos a media mañana y que este lunes ya hace horas que esta en marcha y a pesar de decir verdad la afirmación de Bilbo continúa manteniendo toda su vigencia.
Hoy, no he puesto el despertador y he dejado pasar unas horas antes de levantarme, lo necesitaba después del intenso domingo así que voy a permitirme pasar un día más tranquilo.
Hace un momento me he estado poniendo al día de las noticias y creo que conociendo a los italianos y lo poco que les duran los gobiernos no hay que preocuparse mucho de ese nuevo gobierno que han formado pero si que hay que estudiar y aclarar como se puede llegar a tal situación, pues algo se debe de estar haciendo mal en Europa cuando en el siglo XXI pueden pasar estas cosas.
En el nuevo capítulo sobre Cataluña veo que, está sin duda marcado por la nula voluntad de Torra de encontrar un punto de entendimiento con el Gobierno. No hay voluntad de encontrar una fórmula posible, Torra va a la confrontación directa cuando elige para su nuevo Gobierno a cuatro exconsejeros que están en prisión o en el exilio, procesados por delito de rebelión.
Pero lo sorprendente es que desde el constitucionalismo se responda solo hablando del valor universal del Estado de Derecho o esgrimiendo los números de empresas que han cambiado de sede. La conversación es imposible. Es precisamente el universalismo y el mercantilismo lo que alimenta parte del discurso de los independentistas.
El constitucionalismo a veces me da la impresión que basa solo sus argumentos en los logros eventuales que se pueden conseguir en nuestra civilización occidental como la forma final y la normal de la existencia del hombre. En este caso son los logros de una patria constitucional. Cuando los “logros eventuales” se consideran elementos de la vida cotidiana que se consiguen de forma espontánea, sin necesidad de un trabajo esforzado, está casi todo perdido.
Esta falta de realismo, en la que tiene mucho que ver la pereza, no entiende que es imposible que triunfe un mundo racionalmente organizado y lógicamente ordenado solo por medio de las decisiones judiciales y de los actos de Gobierno directos (que siempre son necesarios). Y la incomprensión –“¿cómo es posible que no se obedezcan las decisiones judiciales?”– alimenta desde el otro extremo el círculo vicioso del resentimiento. Y vuelta a empezar.
Quizás no encuentro más solución que volver a escuchar lo que nos hemos dicho. Decirlo cara a cara para que esas palabras duras y violentas provoquen en nosotros un respingo. No estamos hechos ni para escucharlas ni para pronunciarlas. Esa pequeña rendija de malestar, de incomodidad que quizás no dura más que un segundo, se antoja una de las pocas posibilidades que nos permitiría volver a empezar.
Creo que va siendo hora de llamar; “al pan pan y al vino vino”.

Feliz y Dulce Día.

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