Miércoles 2 de mayo de 2018.
¡Buenos días! Dijo Bilbo. ¿Qué quieres decir? Preguntó Gandalf, ¿Me
deseas un buen día, o quieres decir que es un buen día, lo quiera yo o no; o
que hoy te sientes bien; o que es un día en que conviene ser bueno? -Todo eso a
la vez- dijo Bilbo. (El Hobbit, J.R.R. Tolkien)
Ayer me fui a correr a la
Granja de Rocamora, y en la larga espera para la entrega de trofeos me tuve que
autocensurar en una conversación, ya hable hace tiempo que para mí la
autocensura es uno de los más perniciosos instrumentos inventados
para acabar con la democracia, la igualdad y la libertad, notablemente la de pensamiento,
la de enseñanza y la de expresión.
Para que nos entendamos, por cierto ahora 12,5
grados en mi balcón, fresquito, si os dais cuenta lo que las mujeres pueden
decir de los hombres es intolerable que lo digan los hombres sobre las mujeres.
Lo que los negros pueden decir sobre los blancos es intolerable que lo digan
los blancos sobre los negros. Lo que los jóvenes pueden decir sobre los
adultos, no lo pueden decir los adultos sobre los jóvenes.
Aun puedo encontrar algunos ejemplos más; lo que
los catalanes pueden decir sobre España, no lo pueden decir los españoles sobre
Cataluña. Lo que las personas de izquierda pueden decir sobre la derecha, no lo
pueden decir las personas de derechas sobre la izquierda. Lo que los
homosexuales pueden decir sobre la Iglesia, no lo puedan decir sus componentes
sobre la homosexualidad.
Y eso hace posible por ejemplo que se pueda
convocar un simposio sobre las afrentas españolas a Cataluña y que nadie pueda
convocar un simposio sobre las afrentas catalanas a España o que un catalán
pueda decir que odia España, pero sea inaceptable que un español reproche
siquiera algo a los catalanes,
Otro ejemplo, que la izquierda no pare de remembrar
a la derecha sus culpabilidades durante la Guerra Civil española, y la derecha
no pueda ni mencionar las gravísimas responsabilidades que cupieron a la
izquierda en el mismo conflicto, que los homosexuales puedan hacer mofa de los
obispos en sus fiestas y que a la Iglesia ni siquiera pueda expresar su opinión
sobre la homosexualidad.
Y todo ello, -lo que lo hace particularmente
grave-, no en una dictadura que más o menos acepta su condición de tal, no,
sino en un régimen que blasona hasta el aburrimiento de su carácter
democrático, igualitario y liberal.
En fin, me callo por hoy.
Feliz y Dulce Día.
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