¡Buenos días! Dijo Bilbo. ¿Qué quieres decir? Preguntó Gandalf, ¿Me
deseas un buen día, o quieres decir que es un buen día, lo quiera yo o no; o
que hoy te sientes bien; o que es un día en que conviene ser bueno? -Todo eso a
la vez- dijo Bilbo. (El Hobbit, J.R.R. Tolkien)
Antes de nada quiero felicitar
primero a la MADRE, después al PADRE y terminare felicitando al ABUELO, así que
FELICIDADES. Los hijos son un don y un regalo por lo tanto un nieto también lo
es; FELICIDADES FERNANDO.
Jesús, ayer termine diciendo
que con la humildad nos vamos a equivocar muchas veces, ¿no lo habrás hecho en
tu último whatsapp? Piénsalo. Reconocer en público que estas orgulloso de lo
que has conseguido, no es muy buena forma de ser humilde. ¿No crees? Y si no
has sido humilde, ¿tal vez has sido soberbio u orgulloso?
Ya sabes que el principal
problema con el que no enfrentamos es con el orgullo o la soberbia pues están
escondidos, están disfrazados nunca se muestran o la cara. Si la soberbia
enseña la cara, su aspecto es repulsivo, por eso una de sus estrategias más
habituales es esconderse, disfrazarse y confundir.
Incluso el hecho de escribir
todos los días en este whatsapp es un signo de orgullo y de soberbia; o acaso
no te has dado cuenta de mi afán de enseñar o aconsejar, que suele se propio de
personas llenas de suficiencia, no te has dado cuenta que muchas veces hablo en
un tono paternalista como mirando por encima del hombro, con aire de
superioridad. Pues ahí hay soberbia y muy poca humildad.
Y es que la soberbia se mete
de tapadillo dentro de otra actitud aparentemente positiva, que siempre queda
contaminada. Cuantas veces la habrás visto en esos “Buenos Días” escondida en
ese afán de precisarlo todo, de juzgarlo todo, de querer tener opinión firme
sobre todo. Todas esas actitudes que las puedes ver casi todos los días suelen
tener su origen en ese orgullo tonto y simple de quien se cree siempre poseedor
exclusivo de la verdad. En vez de servir a la verdad, me sirvo de ella —de una
sombra de ella—, y al final acabo siendo como una marioneta de mi propia vanidad,
de mi afán de llevar la contraria o de quedar por encima.
¿Es que entonces la soberbia
está detrás de todo? Por lo menos sabemos que lo intentará.
Feliz y Dulce Día.
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