¡Buenos días! Dijo Bilbo. ¿Qué quieres decir? Preguntó Gandalf, ¿Me
deseas un buen día, o quieres decir que es un buen día, lo quiera yo o no; o
que hoy te sientes bien; o que es un día en que conviene ser bueno? -Todo eso a
la vez- dijo Bilbo. (El Hobbit, J.R.R. Tolkien)
Hoy, no por ser domingo sino
porque tengo prisa voy a ser breve. Ya se que es temprano pero es que no he
podido dormir, ya sabéis, los nervios.
Es una lastima pues hay muchos
temas interesantes de los que hablar, y muchas preguntas las que nos tenemos
hacer y que deberíamos de hacer, aunque cuando hacemos las preguntas
equivocadas podemos encontrarnos con respuestas inútiles o desorientadoras.
Hacer preguntas es también
algo complicado pero hacérnoslas creo que lo es mucho más: cuando decidimos
entrar en un club por ejemplo de corredores, solemos preguntarnos: ¿qué voy a
ganar yo entrando en ese grupo? Si lo pensáis un poco, es un modo de preguntar:
¿cómo voy a aprovecharme?
Otro ejemplo muy socorrido,
hay quien decide casarse desde presupuestos parecidos: ¿qué me va a dar el
matrimonio? Entonces uno se casa por interés. La buena pregunta, cuando decido
entrar en un club es: ¿cómo voy a contribuir yo al crecimiento de este club, a
que sea un club mejor? Lo mismo cuando uno quiere casarse: ¿cómo voy a hacer
feliz a mi pareja?
Si nuestras preguntas van
dirigidas pensando en nosotros y en nuestros intereses, es una mala pregunta.
La buena es preguntar lo que puedo hacer por el otro. Y entonces,
paradójicamente, la respuesta a esta buena pregunta redunda no sólo en
beneficio del otro, sino en mi propio beneficio.
Porque cuando ayudo a un
corredor de mi club, favorezco el buen ambiente del grupo o trato de hacer
feliz a mi pareja, el primero que gana soy yo, puesto que el buen ambiente y la
felicidad del otro me enriquecen a mí, me hacen más sano, más solidario, más
amante.
En fin, me voy.
Feliz y Dulce Día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario