Dia 75, del viaje a la maratón de Valencia.
¡Buenos días!
Hay mañanas en las que cuesta comprender la realidad que nos rodea.
Cada vez se presentan con más asiduidad, y es que en una sociedad en la que la
confrontación se encuentra por encima del diálogo y, algunas veces, la vida de
las personas no parece ser tan importante como nuestra opinión, no son de
extrañar estas mañanas.
Siempre he pensado que se puede discrepar de las ideas de una persona,
incluso rechazarlas. Y, creo que es algo bueno que exista una cierta
confrontación, siempre y cuando nos lleve a establecer algo positivo para el
día de mañana. El problema aparece cuando la confrontación es el motivo, cuando
se convierte en un fin.
Cuando nos tropezamos con la violencia, sin que sea necesario que sea
una agresión física, no estaría mal que nos preguntásemos: ¿qué palabras
estamos usando?, ¿qué actitud tenemos?, ¿qué hemos repartido? Es muy sencillo
señalar al que lanza la piedra, pero nos resulta más difícil reconocer que se
puede ser cómplice si hemos alimentado el odio, cuando hemos elegido el
enfrentamiento en vez de escuchar o cuando dejamos que nuestro orgullo se
imponga a nuestro corazón.
La cuestión es que debemos tener un referente al que poder acudir en
esos momentos en los que las circunstancias nos obligan a reaccionar, a hacer algún
gesto.
Decía Martin Luther King Jr en un discurso que: ¨La oscuridad no puede
expulsar a la oscuridad: solo la luz puede hacer eso. El odio no puede expulsar
al odio: solo el amor puede hacer eso¨.
En estos días tan complicados en los que vivimos, donde no hay forma de
aclararse ni en Oriente Medio, ni en la problemática que nos presenta Rusia, ni
en una gran parte de África, el eco de ese mensaje de Martin Luther King Jr se
tiene que escuchar y entender. En estas ocasiones en las que empezamos a sentir
como va apareciendo en nuestra vida el abatimiento, la desesperanza, con
momentos en los que no nos creemos lo que está sucediendo en el mundo, y
mientras todo a nuestro alrededor se pone en modo alerta es momento de fijarnos
en esa frase de Martin Luther King Jr pues nos indica el camino a seguir.
El odio, que germina del miedo, la ignorancia o la injusticia, solo produce
más sufrimiento y división. En cambio, el amor, que es una expresión de la
compasión y la misericordia, tiene el poder de curar y solucionar todos los
problemas.
Podemos entender el amor de muchas maneras, pero para mí no creo que
sea un sentimiento superficial ni una simple emoción. Es un compromiso activo
con la justicia, la dignidad humana y la creación de un mundo más equitativo.
Desde esta forma de verlo, el amor implica una acción transformadora, un
rechazo claro de las estructuras de opresión y una invitación constante al
perdón y a la reconciliación. En este mundo que frecuentemente se ve marcado
por la violencia y la polarización, este amor no es una pasividad ante el mal,
sino una fuerza activa que se opone a la injusticia de manera pacífica pero
firme.
Practicar este amor que de alguna manera es radical, es una respuesta
al odio. Solo así, como nos enseña Martin Luther King Jr., podemos superar las
divisiones que nos separan y construir un mundo más humano y fraterno.
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