viernes, 19 de septiembre de 2025

Dia 67, del viaje a la maratón de Valencia. Frontera, lugar de encuentro.

     Dia 67, del viaje a la maratón de Valencia.   

¡Buenos días! 



Lo comentaba el otro día o creo que lo daba a entender, de que el deporte es uno de los espacios accesible a todas las personas del mundo, de diferentes culturas, razas, religiones o clases sociales.

En este sentido se ha convertido en un lugar de encuentro. Competiciones que se convierten en lugares de encuentro entre las diferentes fronteras sociales, culturales o económicas. Lugares donde se enseñan valores como la paz, el respeto y la solidaridad. Lugares donde se permite que gente con discapacidad, jóvenes en riesgo de exclusión o migrantes puedan formar parte de una misma realidad común, progresando así en justicia y dignidad.

Sin embargo, también lo podemos ver desde otra perspectiva, desde la industria del deporte que muchas veces sin desearlo roba la esencia del deporte y la dignidad de la persona mercantilizándola y transformando la actividad deportiva en un negocio. Lo podemos en los chanchullos, dopajes, o aficionados tan radicalizados que cruzan la línea de la sana competición, transformándola en una guerra.

Resulta interesante que miremos el deporte como un lugar de frontera, pero no entendiendo una frontera como una valla que nos separa, sino como un lugar de contacto al que nos asomemos para conocer y entender a nuestro vecino para que nuestra amistad aumente.  

De manera indirecta el deporte se convierte en un lugar perfecto para confrontarse con uno mismo, valorando el esfuerzo, el sacrificio o la búsqueda de sentido a través de nuestras metas.  Ese desafío constante que tenemos los deportistas en alcanzar nuestros objetivos se convierte en una ocasión para hacernos preguntas más transcendentales como: ¿qué sentido tiene mi esfuerzo?, ¿cuál es mi propósito?

El deporte, por lo tanto, muchas veces trasciende a lo meramente físico.

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