“Es el hombre casero y no el hombre salvaje, igual que es el perro doméstico y no el salvaje, quien realmente lucha con los ladrones y muere en su puesto” (G. K. Chesterton).
Día 29. 25 de junio de 2024.
Nevers --- Saint-Satur.
Distancia: 54,87 km.
Media: 16,21 km/h.
Desnivel positivo: 61 m.
Otro día apacible, como deberían de
ser la mayoría. Los recorridos los planeamos para disfrutarlos y pasar por
todos los puntos que creemos. Lo hacemos la mayoría de las veces unos meses
antes, aunque cuando los planes empiezan a no poderse cumplir, lo hacemos día a
día.
De momento sigo el plan que tenia
marcado desde Pego, cuando lo planeas se corre el peligro de pensar que todo
nos tiene que ir bien, que tenemos adquirido el derecho de que va a ser un
éxito.
En cada viaje siempre te enfrentas a tormentas,
averías y miedos continuos. Tienes que luchar contra los miedos que llevamos
dentro, complejos, culpas, todo mezclado con nuestras ilusiones y esperanzas y
surge la pregunta: ¿antes de empezar un viaje conozco de verdad mis miedos y
fobias que tengo en mi interior? ¿Qué hago con ellos? Lo decía antes, damos por
seguro que todo funcionara bien, que la felicidad y el éxito en el viaje los
tenemos merecidos y no es así en absoluto, hay días con frío y lluvia, sin sol
y con viento que no nos deben amargar cuando aparezcan.
No importa que esos miedos nos
acechen, lo que importa es saber hacerles frente. Hay que saber dar cauce a
nuestras preocupaciones, hay que compartirlas, pedir ayuda y consejo si es
necesario. Sacarlas afuera. O es que pensamos que vamos a ofrecer una imagen débil
a los demás, al pensar que si conocen nuestras imperfecciones, dejarán de
querernos y valorarnos. Así, sino pedimos consejo damos la imagen falsa de ser
fantásticos, nos ponemos la sonrisa de plástico y vamos de duros. Mentimos y
nos mentimos. Hay que perder el recelo de ser normales, humanos, con éxitos y
fracasos, con aciertos y fallos, con virtudes y pecados.
El compartir con las personas que
estimamos nuestros miedos y paranoias alivia mucho. Ayuda a que nos conozcan
cómo somos, a que nos comprendan y puedan ayudarnos. Es mucho mejor que nos
quieran con defectos incluidos, a que se enamoren de una entelequia, de una
quimera que no existe. Podemos cuidar la imagen, pero sin desfigurarla. Siempre
lo real es mucho mejor que lo ideal, aunque parezca lo contrario.
Parte de la vanidad actual está en
reforzar el individualismo, en hacernos pensar que somos el centro, lo
importante, casi lo único. No vemos oportuno pedir consejo, ayuda. Actuamos
como dioses autosuficientes. Pero somos seres relacionales, nos necesitamos,
nos complementamos y podemos ayudarnos.
Enfrentemos los problemas, las
tormentas y los miedos interiores y exteriores con confianza, con la certeza de
que nunca vamos a estar solos. Con frecuencia las personas no sabemos lo que
llevamos dentro, en lo profundo de nuestro
ánimo, de nuestro corazón. Muchas veces nos sentimos inseguros sobre el sentido
de nuestra vida en este mundo. Nos sentimos invadidos por la duda que se
transforma en desesperación. Permitid, pues, apoyarnos en los demás eso nos
puede ayudar.
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