miércoles, 10 de julio de 2024

Día 41. 7 de julio de 2024. Talmont-Sint-Hilari --- Grues

     “No necesitamos una religión que tenga razón en lo que nosotros tenemos razón. Lo que necesitamos es una religión que tenga razón en lo que nosotros nos equivocamos”.  (G. K. Chesterton)

 Día 41. 7 de julio de 2024.

Talmont-Sint-Hilari --- Grues.

Distancia: 41,95 km.

Media: 14,40 km/h.

Desnivel positivo: 93 m.

Seguimos  con el Atlántico a nuestra derecha, el entorno continua siendo magnifico, aunque al ser una zona muy turística existen demasiados paseos marítimos con todo el inmobiliario publico que hace que pasear por el carril bici este bien, pero con la bicicleta cargada se hace complicado, pues todo son bordillos que hay que subir y bajar, aunque pequeños pero te cortan el ritmo.

Pero es lo que hay, el turismo impone sus reglas. Y los que vivimos en la costa valenciana las conocemos muy bien. Salvo despistes, a nadie escapa la importancia del turismo en nuestra región y en muchas regiones de toda Europa, puede ser, aunque no le se con seguridad que el turismo sea la primera  actividad económica en España y quien más y quien menos, hemos hecho y estamos haciendo de alguna manera turismo.

¿Qué hay entonces de las protestas “contra el turismo”? Las ciudades que sufren una masificación del turismo corren el riesgo de quedar reducidas a una caricatura de sí mismas: unos cuantos decorados para pasearse, entre empujones y esperas, claro, unos cuantos platos típicos que “debes comer” entre visita y visita “con prisas, por “ y alguna otra superficialidad como emocionarse escuchando una música folclórica del lugar.

Salvo los monumentos que son distintos, todas esas ciudades terminan siendo caricaturas que se acaban pareciendo  unas a otras. Se centran tanto en lo que tienen de extraordinario para venderlo al turista que terminan descuidando lo ordinario, dónde comprar, dónde están los colegios, el centro de salud, dónde reunirse con los vecinos y los amigos. En fin, se termina por vivir en ciudades inhabitables, pues impiden a sus ciudadanos la posibilidad de satisfacer las necesidades humanas básicas.

En estas condiciones, una ciudad no puede dar a sus ciudadanos el entorno para ser y sentirse diversos, sino replicar el modelo de globalización que destruye la riqueza y la particularidad de cada persona y de cada pueblo, quitando al mundo su variado colorido, su belleza y su humanidad.

Cuando se pone en valor lo ordinario de cada día para conservar la esencia de la comunidad se crean las condiciones para que surjan cosas genuinas. Esperemos que con la idea de salvar nuestros ambientes de la caricaturas global, se puedan abrir las puertas para sentir y gustar de las cosas que son nuestras.

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