“El hombre que mata a un hombre mata a un hombre. El hombre que se mata a sí mismo mata a todos los hombres, por lo que a él respecta” (G. K. Chesterton)
Día 47. 13 de julio de 2024.
Bayas --- Rauzan.
Distancia: 50,65 km.
Media: 14,44 km/h.
Desnivel positivo: 266 m.
Día tranquilo, fresquito pero con sol
y rodeado todo el día de viñedos, Burdeos esta cerca y se nota. Está claro que
estoy en tierra de vinos y no voy a ser yo quien tenga algo que objetar, pues
mi cultura no es extraña al cultivo de la vid y por lo tanto tampoco lo es del
vino.
Por varios motivos una de las
actividades sociales más comunes y ordinarias en mi vida es la de beber. Lo hago
en diversas ocasiones y por diversos motivos. Por la salud y la felicidad de
los recién casados se brinda. También por cualquier éxito o por el hecho de
encontrarme reunido con la familia o con los amigos. Por el gusto de acompañar
con un buen vino una buena comida. Para relajarme y pasar un momento agradable
en un bar o en casa.
Es motivo de discusión la respuesta a
la pregunta ¿Es malo beber vino? La cuestión es que en diversos momentos históricos
y en diversas religiones se ha hablado sobre el tema. Por ejemplo, los
protestantes fundamentalistas de los Estados Unidos lo tenían como uno de los
pecados más graves y actualmente los musulmanes lo consideran como una
desobediencia grande al Corán.
Pero, ¿Qué decimos nosotros? ¿Es
pecado beber? ¿Es pecado emborracharse? ¿Hasta dónde puedo beber sin ofender mis
creencias? Una cosa tengo clara, la moral católica nunca considera como pecado
la satisfacción de los sentidos. No se trata de condenar y discriminar a
nuestro cuerpo, se trata más bien de conocer los medios por los cuales el
cuerpo puede subsistir, desarrollarse y ayudar a la consecución del bien
integral de la persona.
Aquí, no se condena el uso, sino el
abuso. Un ejemplo: Podemos comer hasta saciar nuestro apetito. De ello se
seguirá una buena salud que nos permitirá cumplir con nuestros deberes y llevar
una vida sana. Se condena el abuso en la comida, el pecado de la gula, de la
glotonería, que es comer más allá de las propias posibilidades, más allá de lo
que es necesario para la subsistencia.
Beber para pasar un rato agradable
con los amigos, para degustar una buena comida, para celebrar un acontecimiento
feliz nunca será considerado como un pecado. Su abuso es lo que constituye un
pecado.
¿Ponerse “alegre” será una
manifestación de embriaguez y por lo tanto un síntoma de que nos hemos pasado?
La variedad de comportamientos que se pueden manifestar es enorme y querer
trazar una línea divisoria entre lo que es pecado y lo que no lo es no entra en
mis intenciones. Cada uno se irá conociendo, se irá midiendo y sabrá
controlarse y beber hasta el punto que su conciencia le dicte.
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