“Lo más increíble de los milagros es que ocurren” (G. K. Chesterton)
Día 49. 15 de julio de 2024.
La Raole --- Damazan.
Distancia: 54 km.
Media: 14,67 km/h.
Desnivel positivo: 132 m.
Todo el recorrido de hoy por el
canal, muchos dicen que es aburrido pero a mí me gusta, me gusta la
tranquilidad con la que pedaleas y el exceso de sombra que hay. Si fuese España
estaría perfecto, pero por estas latitudes dejar de vez en cuando acercarse el
sol al carril bici estaría bien.
Se agradecen los días donde no hay subidas
largas y llanear se ha convertido en un placer que gusta saborear poco a poco, pedalear
aun ritmo tranquilo que permita mirar alrededor solo con un ojo ya que el otro
tiene que controlar donde se encuentra el canal, pues la posibilidad de caer al
agua existe, una caída o un roce con otro ciclista si estas del lado del canal
es “hombre al agua”.
No estoy acostumbrado a los carriles
bici con mucho trafico, tal vez sea la edad pero tengo la impresión que vamos a
tropezar, siempre encuentro que no hay suficiente espacio para pasar. Por eso
me gusta salir temprano del camping y por lo menos tengo unas dos horas donde
no pasa nadie, es a partir de las diez cuando empiezan a aparecer ciclistas por
todos lados.
Podría decir que el recorrido se
presta para relajarse y pensar en tus cosas, pero no lo voy a hacer, el lugar
es perfecto, sin embargo ir meditando encima de una bicicleta no esta tan
claro, es mejor parar y sentarse en unos de los innumerables bancos que hay, y
entonces si, pensar y meditar en tus cosas.
Mientras me tomaba mi café de
alrededor de las 10 en un banco del canal, recordaba aquella frase atribuida a
Catón el Viejo, “nunca estoy menos solo que cuando estoy solo”. Lo que
quiero destacar, además, es que pensar es una actividad que requiere tiempo,
que requiere atención, que a menudo requiere escritura. Nadie, puede pensar por
nosotros.
Sin duda, este entorno sereno, ayuda
a pensar, mejor dicho, a concentrar la atención en el problema o la cuestión
que nos encontremos metidos. Pero además hay que dedicar tiempo a darle vueltas
a las cosas para verlas desde ángulos distintos. Hay que atreverse a pensar, a
explorar sin miedo las razones que avalan las diferentes opiniones. Quien se
lanza a pensar no es nunca un relativista, no piensa que todas las opiniones
valgan lo mismo y le gusta sopesarlas porque busca la verdad.
Quizá merece la pena explicar esto un
poco más despacio. Podría quizá formularse así: si todas las opiniones valen lo
mismo, entonces ninguna vale nada, si todos los puntos de vista son igualmente
buenos, el concepto de verdad se torna arbitrario. El hombre ama la verdad. Y,
yo creo de que mediante el estudio de los problemas, la atención a la
experiencia y la escucha de los demás, los seres humanos somos capaces de
reconocer la superioridad de un parecer sobre otro, de descubrir la verdad,
aunque nuestro conocimiento tenga casi siempre un carácter provisional.
Ya se que la labor de pensar puede
parecer excesiva o incluso penosa, pero no es así, o al menos no es así
siempre. No es algo que nos supere, sino que en cuanto uno se mete, engancha,
hace crecer en profundidad y en capacidad para disfrutar de las cosas. Lo que
sí que hay que tener es paciencia, pues pensar es una tarea que requiere
tiempo. El peligro para el pensamiento
es siempre la precipitación, el sacar conclusiones demasiado deprisa.
Por eso me parece importante pararse,
aparcar la bicicleta y a pensar, porque no se puede pensar teniendo la mente en
varios sitios a la vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario