lunes, 8 de julio de 2024

Día 37. 3 de julio de 2024. Orée-d’Anjou --- Saint-Etienne-de-Montluc.

     “<<Bueno es una experiencia>>, dice la gente para indicar que algo es irremediablemente desagradable”.  (G. K. Chesterton)


 Día 37. 3 de julio de 2024.

Orée-d’Anjou --- Saint-Etienne-de-Montluc.

Distancia: 63,54 km.

Media: 14,35 km/h.

Desnivel positivo: 242 m.

No siempre las cosas salen como teníamos pensado, a veces es por una decisión mal tomada, sobre todo si es sobre la marcha pues tenemos que elegir rápidamente. Ir a buscar un supermercado fuera de la ruta que teníamos pensada se puede convertir en una sucesión de problemas que al final no eran necesarios pues al lado del camping hay un Carrefour.

Después todo son excusas, no son necesarias pero las busco, aunque no me las van a tener en cuenta nadie, bueno si, Mark, pero como el idioma es una barrera con una simple vale.

La cuestión es que como dice el dicho: “de buenas intenciones está el infierno lleno”. Y es verdad. ¿Cuántas veces he empezado una frase queriendo justificar algo que he hecho? Entonces se me llena la boca de “No, verás, es que…”, o “Si yo iba a…”, “yo quería…” y detrás vienen explicaciones, justificaciones, mil y un motivos que me sirven, tal vez, para descargar un poco la mala conciencia de haber actuado mal, de no haber hecho lo que me había propuesto o lo que otros esperaban de mi.

Las excusas lo mismo me sirven para justificar lo que he hecho o lo que he dejado sin hacer: que me estoy gastando más de lo que tenia presupuestado, que no he llamado a casa en un montón de días, que no cuidao bien a mis amigos...

Veamos, comprendedme. Las excusas a veces son reales. No siempre hago las cosas mal. Es verdad que hay ocasiones en que los buenos propósitos tropiezan con obstáculos, imprevistos y situaciones que impiden que uno haga todo aquello que se había propuesto. A veces, de verdad, tengo. Y la cuento. Y no hay más.

También puede ocurrir que yo sepa que tus excusas no son reales. Pero las veo como mentiras piadosas. No es el ideal, pero a veces...

El problema es cuando uno empieza a creerse sus propios cuentos. Porque, si me examino un poco, descubro que algunas excusas son tan solo ficciones que intento contar, a otros o a mí mismo, para justificarme. A veces me engaño, me convenzo, me miento a mí mismo para justificarme. Pero, si rasco un poco, reconozco que esas excusas son mentiras, conscientes o inconscientes. Son, tan solo, intentos de huir por una puerta falsa, un atajo o quedando bien.

Me voy enredando en justificaciones que me impiden ver el problema. E incluso puede ser que vaya enredando a otros, que quieren creerme. A veces la salida más sencilla es reconocer las cosas como son. Darme permiso para no ser tan cumplidor, o para equivocarme. Aceptar que algo no va como esperabas, o como debía haber sido. Pedir perdón si es necesario. Solo eso es fácil que me pueda permitir mirar con honestidad y aceptar lo que no puedo cambiar, pero también detectar lo que sí puedo, y a veces debo, intentar cambiar. Para no terminar poniendo excusas ante lo que tendría que ser innegociable en nuestra vida: el amor, la justicia o sea nuestros principios.

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