“Hay una clase de crítica que nos recuerda que hemos leído un libro y hay otra clase, mucho mejor, que nos convence de que nunca lo hemos leído”. (G. K. Chesterton)
Día 54. 20 de julio de 2024.
Avignonet-Laurais --- Rustiques.
Distancia: 78’11 km.
Media: 14’66 km/h.
Desnivel positivo: 681 m.
Seguimos adelante, hoy he acudido a
una cita que tenia con Ricardo en Rustiques, habíamos coincidido hace por lo menos
un mes cuando nosotros, Mark y yo bajábamos el Loira y él lo subía, y ahora yo
subo el Canal de Midi y el lo esta bajando dirección a Burdeos.
Son causalidades, casualidades que se
buscan por lo que ya no se si lo son o se trata de coincidencias, pero hemos pasado
una tarde agradable.
Solemos creer que nuestra vida es un
accidente que se regula por la suerte y las coincidencias. Es decir, que no
importan nuestras decisiones y nuestra acciones, pues en última instancia las
cosas pasan por “casualidad”. Si pensamos de esta manera nos estamos
convirtiendo en simples marionetas que son manejadas por el azar. Esta visión
de la existencia nos convertiría en meras marionetas en manos del azar.
También, muchos de nosotros nos hemos
vuelto “nihilistas”, no se trata de que se crea en nada. Lo que en realidad se hace
es negar cualquier clase de significado o alguna finalidad trascendente de la
existencia humana. Por lo tanto lo que se hace es orientar la vida en su propio
interés, siempre huyendo del dolor y de la preocupación que se provoca el tener
una existencia vacía y sinsentido, Se hace por medio del placer y la satisfacción
que da a corto plazo el consumo y el entretenimiento.
Pero, ¿realmente la nuestra vida es
un accidente que se rige de forma aleatoria? ¿Estamos aquí para trabajar,
consumir y divertirnos? ¿Acaso no hay una finalidad más trascendente? Lo curioso
es que la existencia de estas creencias limitadoras pone de manifiesto que todo
lo que existe tiene un propósito, por más que muchas veces no se sepa descifrarlo.
No en vano, creer que no tenemos ningún tipo de control sobre nuestra vida
refuerza nuestro victimismo. Y pensar que la existencia carece por completo de
sentido justifica nuestra tendencia a huir constantemente de nosotros mismos
por medio de la evasión y la narcotización.
Es decir, que incluso estas creencias
tienen su propia razón de ser. No están ahí por casualidad, sino que cumplen la
función de evitar que nos enfrentemos a nuestros dos mayores temores: el “miedo
a la libertad” y el “miedo al vacío". Mientras sigamos creyendo que
nuestra propia vida no depende de nosotros, podremos seguir eludiendo cualquier
tipo de responsabilidad. Y mientras sigamos pensando que todo esto no es más
que un accidente, podremos seguir marginando cualquier posibilidad de encontrar
la respuesta a la pregunta ¿para qué vivimos?
En fin, lo dejo aquí, el tema puede
dar para mucho.
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