“No pretendamos, como esos torpes demagogos, empujar a los triángulos a que se emancipen de la tiranía de sus tres lados”. (G. K. Chesterton)
Día 56. 22 de julio de 2024.
Narbona --- Salses-Le-Chateau.
Distancia: 62,16 km.
Media: 13,61 km/h.
Desnivel positivo: 699 m.
Todo lo que ayer nos ayudo el viento
hoy nos lo ha dificultado, el viento lateral con una fuertes rachas unido todo
a la gran cantidad de subidas que me he encontrado al irme por el interior para
evitar la fuerza del viento que en las marismas era más intenso, ha conseguido
que fuese un día duro.
No me he encontrado cómodo en ninguna situación, ni en el camping me he sentido a gusto, las fuertes rachas me han obligado a montar seriamente la tienda para poder dormir tranquilo por la noche, cosa que he conseguido gracias a los tapones para dormir, pues el ruido del techo de la tienda ha sido intenso toda la noche.
Podría añadir que en algún momento he
estado cerca del caos, y es que es verdad, no hay nada peor para viajar en
bicicleta que un fuerte viento.
Los que tuvieron la paciencia de leer
la entrada de ayer, se habrán dado cuenta de que faltan algunas cuestiones por
aclarar y es que por más que el establishment intelectual nos lo haga creer,
nuestra existencia no está gobernada por la suerte, el azar ni las
coincidencias, sino por una teoría que viene a llamarse “del sincronismo”. Nos
viene a decir que todo lo que nos sucede tiene un propósito. Pero claro, como
sucede con todas las cosas realmente importantes, no se pueden ver con los ojos
ni entenderlo con la mente.. Esta profunda e invisible red de conexiones tan
solo puede intuirse y comprenderse con el corazón.
Por eso, por más que en un principio seamos
incapaces de establecer una relación causal entre los sucesos que forman parte
de nuestra vida, todo tiene una razón de ser. Es decir, que, aunque a veces nos
ocurren cosas que aparentemente no tienen nada que ver con las decisiones y las
acciones que hemos tomado en nuestro día a día, estas cosas están ahí para que
aprendamos algo acerca de nosotros mismos, de nuestra manera de comprender y de
disfrutar la vida.
Mientras sigamos resistiéndonos a ver
la vida como un aprendizaje, seguiremos sufriendo por no aceptar las
circunstancias que hemos ayudado a crear con nuestros pensamientos, decisiones
y acciones. También nos perderemos la magia y el encanto que existe en el simple
hecho de estar vivos, un reconocimiento que nos lleva inevitablemente a
inclinarnos con humildad frente al misterio y la sabiduría de la existencia. Es
entonces cuando comprendemos que no suele sucedernos lo que queremos, sino lo
que necesitamos para aprender a ser felices y a dejar de sufrir.
No existen las coincidencias. Tan
sólo la ilusión de que existen las coincidencias. Nuestra manera de pensar,
determina en última instancia no sólo nuestra identidad, sino también nuestras
circunstancias. De ahí la importancia de conocernos a nosotros mismos para
cuestionar, comprender y trascender nuestra ignorancia e inconsciencia.
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