“No necesitamos una religión que tenga razón en lo que nosotros tenemos razón. Lo que necesitamos es una religión que tenga razón en lo que nosotros nos equivocamos”. (G. K. Chesterton)
Día 42. 8 de julio de 2024.
Grues --- La Rochelle.
Distancia: 56,20 km.
Media: 14,94 km/h.
Desnivel positivo: 112 m.
Un día calcado al de ayer si no fuera
por La Rochelle, puerto marítimo parece ser que desde siempre, lo que como ya
supondréis le ha dotado de una arquitectura digna de ser vista, si los turistas
te dejan, la he visto hoy de pasada, pero no me he detenido por la cantidad de
personas que había, mañana cuando empiece la jornada de pedaleo la tengo que
volver a cruzar y, será entonces cuando la disfrutare con tranquilidad y sin
ningún agobio.
Mientras intentaba sortear la
infinidad de visitantes que curioseaban por el centro de La Rochelle, no se
porque, he recordado ese poema de Fray Luis de León: “¡Qué descansada vida / la
del que huye del mundanal ruido, / y sigue la escondida senda, / por donde han
ido / los pocos sabios que en el mundo han sido…” Me he agobiado, y he decidido
ir lo más rápido posible al camping, y es que para estar en paz y sentirse
tranquilo es necesario pararse y sosegarse, y entre tanto turista no es
posible.
Pero claro, ¿Cuáles son las sendas
por las que han ido los sabios? Parece ser que la de la contemplación de las
cosas, que al final termina por mostrarnos lo que somos. Sin ese saber contemplar
la vida y el como somos, nuestra vida se deshumaniza, pierde el norte y nos
encierra en un laberinto que, terminara estropeando nuestras vidas. Solo contemplando la belleza y la verdad encontraremos
esa descansada vida que tan pocos han logrado.
Al final, no son las ideologías ateas
las que salvan al hombre, las que hacen mejor la sociedad, tampoco nuestro esfuerzo
en un trabajo desnudo, horizontal, sin otro sentido que satisfacer nuestro ego
y posibilitar nuestros caprichos, lo que engrandece al hombre. Esto acaba
produciendo hastío y aburrimiento.
Lo que nos pasa es que nos rompemos
la cabeza para conseguir nuestros caprichos figurándonos que nos estamos
realizando como personas y lo que estamos haciendo es auto-explotándonos, que
es peor que nos exploten otros pues va acompañada de un sentimiento de libertad
al creernos que actuamos con libertad.
Esta sociedad basada en el
rendimiento no es una sociedad libre, somos esclavos de nosotros mismos, nos
agotamos persiguiendo la eficacia, el continuo trabajo por conseguir más, por
tener más, y gastar más produce un gran cansancio, acaba con almas quemadas,
con hogares vacíos.
No nos concentremos en las prisas, las
aglomeraciones, el consumo, el bullicio ensordecedor que atonta y mata el
pensamiento.
Seamos conscientes de lo precario de
nuestra situación real, contemplemos lo bueno y lo bello, lo verdadero. Por
falta de sosiego caemos en la barbarie. En vez de gozar del mundo y descubrir
todas sus virtualidades, nos creemos dioses y lo estropeamos, nos podemos
agotar deambulando por oscuros laberintos que inventamos. Tiempo para admirar,
contemplar, disfrutar.
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