martes, 9 de mayo de 2023

¡Gracias por este martes!

 ¡¡¡Buenos días!!!


Voy a insistir con el mismo tema de ayer; ¿por qué fingimos? Las personas cuando fingimos lo solemos hacer por dos motivos, uno es malo y otro es un fingimiento de clase buena. El malo es cuando sustituimos a una cosa auténtica para nuestro provecho, por ejemplo: cuando fingimos que vamos a ayudar a alguien y no lo vamos a hacer. Pero también podemos estar fingiendo y que sea bueno, en este caso el fingimiento nos conduce a una cosa buena o real, un ejemplo: no os ha pasado nunca que a veces no os sentís particularmente amigables, pero sabéis que hay que serlo, y lo que hacemos es poner cara de buenos amigos y comportarnos como si estuviéramos a gusto, y en pocos minutos, realmente nos sentimos más amistosos de lo que estábamos al principio.

Y es que muchas veces en la vida la única manera de conseguir una cualidad, en realidad lo que tenemos que hacer es empezar a comportarnos como si ya la tuviéramos.

Pues bien, cuando como cristiano empiezo a rezar el Padre Nuestro y me doy cuenta de que estoy fingiendo ser Jesús, es fácil que rápidamente vea una forma donde el fingimiento tiene menos de fingimiento y más de realidad. Me encuentro con que en mi interior ocurren varias cosas que no me sucederían si realmente fuera hijo de Dios. Pues bien, hay que retenerlas. O tal vez, me dé cuenta de que, debería estar haciendo otras cosas. Pues bien, entonces lo dejo y me voy a hacerlas. Veis lo que me ha sucedido, algo en mi interior me está ayudando a transformar ese fingimiento en realidad.

Esta no es simplemente una manera elaborada de decir que mi conciencia me está diciendo lo que debo hacer. Si le pregunto algo a mi conciencia, sencillamente, obtendré un resultado. Si recuerdo en ese momento que me he disfrazado de Jesús, obtendré otra respuesta.

Hay algunas cuestiones que hay que reflexionar cuando le preguntamos a nuestra conciencia, mañana intentaré aclararme. 

No hay comentarios: