¡¡¡Buenos días!!!
Decía ayer
que nuestra conciencia nos puede dar diferentes respuestas que nos costarán de
seguir, pues puede considerar algunas circunstancias como no malas del todo y
que podríamos realizar, pero nos damos cuenta rápidamente que nos cuesta
realizarlas si estamos intentando seriamente ser como Cristo. Pues ya no estoy
pensando sencillamente en lo que es bueno o malo; estoy intentando ser esa otra
Persona.
Aquí no estamos intentando seguir una serie de
normas, sino que Algo nos está empujando a convertirnos en ese Algo. El
auténtico Hijo de Dios está en nuestro interior, está empezando, por así
decirlo, a convertirnos en Él Mismo, está comenzando a convertir una estatua en
un hombre vivo.
La parte de mí a la que esto no le gusta es la
parte que sigue siendo como una estatua. Ya se algunos de vosotros, ahora,
estéis pensando que todo esto no se parece para nada en vuestra propia
experiencia. Tal vez estéis diciendo: “Yo jamás he tenido la sensación de ser
ayudado por un Jesús invisible, pero muchas veces he sido ayudado por otras
personas”. Vale, pero esto sería considerar que Cristo solo actúa dentro de
nosotros y no en otras personas. Cristo actúa en nosotros también a través de
los demás.
Las personas somos trasmisores para los demás, a
veces sin saberlo, trasmitimos lo que sentimos. Cualquier persona nos puede
ayudar a llegar al cristianismo, incluso sin serlo, sin embargo, normalmente
los que lo son lo trasmiten más.
No deberíamos de olvidar que es normal que un
recién nacido tome la leche de su madre sin conocerla, por lo que es igualmente
natural ver al hombre que nos esta haciendo un favor sin ver a Cristo detrás de
él.
Pero no debemos permanecer como recién nacidos.
Debemos progresar hasta conocer al autentico benefactor. Es una tontería no
hacerlo. Porque, si no lo hacemos, estaremos dependiendo de los hombres. Y eso
puede no salir bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario