¡¡¡Buenos días!!!
Entre
las muchas conversaciones que se tienen en un bar, hay una que siempre se
termina sin aclararse del todo. Me estoy refiriendo al papel que el Estado
tiene a la hora de distinguir entre lo que decide por medio de sus leyes como
permitido y como prohibido en muchas cuestiones.
En
qué sentido los legisladores y las autoridades pueden intervenir sobre los
deseos y proyectos de quienes viven en sociedad. Veamos: defender que el Estado
tenga el derecho de permitir o de prohibir un acto contra la vida humana solo
es posible si se cree que el Estado tiene facultades válidas para regular
tantos y tantos aspectos de la vida de las personas.
La
discusión la podemos centrar sobre el Estado y sobre las libertades
individuales, sobre cuáles son los ámbitos en los que las autoridades pueden
intervenir.
Podemos
comprobar como existen muchos Estados en los que existen muchas normas que
afectan a la autonomía personal, con una extensa lista de prohibiciones y de
obligaciones que se tienen que cumplir. Así nos encontramos con personas se ven
obligadas a pagar algunos impuestos contra su voluntad, pues desearían no pagar
esos impuestos. O a cumplir con normas sanitarias que no siempre producen
buenos efectos o que resultan especialmente molestas.
Resumiendo,
hay quienes consideran que existe un abuso de autoridad en la vida pública, que
la gente está abrumada por un exceso de leyes y normativas, y que se está
violando el derecho de las personas de escoger cómo vivir y qué actividades
realizar.
Señalar,
que el Estado llega a un abuso de poder solo resulta posible cuando, a través
de una buena argumentación, se distingue entre aquellos ámbitos de la vida en
los que el Estado debe intervenir, y aquellos otros en los que no debería
intervenir.
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