viernes, 5 de mayo de 2023

¡¡¡viernes!!! ¡¡¡Buenos días!!!

 ¡¡¡Buenos días!!!


No es nada fácil establecer cuáles son los ámbitos de la vida donde un Estado puede intervenir, y donde no debería hacerlo, es difícil llegar a un acuerdo en la sociedad sobre los mismos, ya que siempre encontraremos a personas que estén a favor de algunas leyes y otras que estén en contra.

Un ejemplo de esto lo podríamos encontrar en la eutanasia. Hay personas que piensan que es un derecho de las personas por su capacidad de autodeterminación, que el Estado debe respetar o, en algunos casos, apoyar.

Por el contrario, para otros, es una intervención del Estado que va en contra de un principio básico de la convivencia: la protección de la vida de las personas, que conlleva prohibir cualquier acción u omisión orientadas a matar a una persona, incluso si esa misma persona pidiera ser eliminada.

Mi opinión es que un Estado debería de respetar las decisiones que las personas realizan en una sana autonomía y sin dañar el principio de justicia. Pero no puede estar de acuerdo ni apoyar ni permitir decisiones que implican que unas personas puedan suicidarse con la ayuda de otras, o someterse a acciones orientadas a la eutanasia.

Según mi forma de verlo, cualquier decisión que acabe con la vida de las personas va contra lo mínimo que un Estado debe garantizar: que no es más que todos vean respetado su derecho a la existencia. Ese derecho, además, debe ir de la mano de otro criterio básico: el de promover una asistencia que cure, cuando sea posible, y que alivie el dolor, siempre.

Y eso solo se conseguirá con una asistencia sanitaria que llegue a todas las personas para dejar de un lado la presión a favor de la eutanasia, a la vez hay que promover una buena tutela del respeto a la vida de todos, en especial de aquellos que son más vulnerables por padecer sufrimientos de cualquier clase. 

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