martes, 16 de mayo de 2023

13/05/23. Narbonne --- - Sainte Marie la Mer

 “El hombre ha de tener la suficiente fe en sí mismo para emprender aventuras, y dudar de sí mismo lo suficiente para disfrutarlas (G. K. Chesterton)


Narbonne --- - Sainte Marie la Mer

Distancia: 78 km.

Media: 14,30 km/h.

Altura subida: 554 metros.

Volvemos al lugar de partida de este pequeño viaje, lo hemos hecho siguiendo otros carriles bici, esta vez entre las marismas y las montañas, más duro sin duda, pero con unas vistas que bien merecen el esfuerzo de subir y bajar constantemente las interminables colinas.

Cuando viajamos, y sobre todo cuando lo hacemos en bicicleta, por lo general vamos pegados a un mapa, en el que nuestra visión sobre él nos muestra el horizonte por donde vamos a movernos. Sin el mapa no somos casi nada, pero el mapa, ese pequeño papel, es un seguro de vida, nos permite encontrar el camino que queremos recorrer, nos confirma si nuestro destino está lejos o cerca, nos asegura si vamos en la dirección correcta o nos pone en alerta si vamos en la contraria.

Sin embargo, algunos ciclo-viajeros tienen la suerte de tener un guía y, especialmente si es un amigo, entonces todo cambia. Nos fiamos de esa persona que conoce los caminos, nos ponemos en sus manos sin dudar de que nos llevará a los mejores sitios, a los más interesantes, a donde queríamos ir. Nos fiamos de su experiencia. Él ya ha recorrido ese camino primero y por eso nosotros ahora lo seguimos. Pero cuando llegamos a los esos lugares, ahí nosotros volvemos a tener el papel principal, el guía nos explica, nos da datos, pero la experiencia de ver las cosas, de descubrir los detalles y grabarlos en la retina, eso solo lo puedo hacer yo.

Cuando volvemos a un lugar donde ya hemos estado antes somos un poco menos turista. Ese lugar no es nuestra casa, pero empiezas a sentirte en ella; ya no nos guía el mapa, y tal vez tampoco el amigo que nos sirvió de guía, sino que son nuestros recuerdos y nuestras experiencias allí donde nos ocurrió algo lo que sirve. Sin embargo, no nos quedamos ahí, nos aventuramos a descubrir nuevos lugares, nuevas rutas, hemos perdido el miedo a extraviarnos, porque sabemos que a final controlamos la zona.

Y entonces llega ese último momento, en el cual de turista te acabas convirtiendo en guía, y ahora eres tú el mapa andante de amigos o familiares que quieren conocer aquel sitio del que tanto les has hablado. Y como guía disfrutas contando aquello que ves, y lo haces desde tu perspectiva, desde tus emociones, pasiones... no puedes dejar de transmitir aquello que llevas dentro, para que el otro pueda empezar a disfrutarlo a su propia manera.

Y digo yo, ¿No será que en el camino del ciclo-viajero somos a veces turistas y a veces guías?

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