“El hombre ha de tener la suficiente fe en sí mismo para emprender aventuras, y dudar de sí mismo lo suficiente para disfrutarlas” (G. K. Chesterton)
Narbonne
--- Narbonne
Distancia: 65 km.
Media: 12,34 km/h.
Altura subida: 308 metros.
Nuestro objetivo de hoy no
era volver al lugar de comienzo, pero el fuerte viento en contra nos ha hecho
cambiar de opinión y volver sobre nuestros pasos, en realidad hemos elegido
otro camino para volver al mismo camping.
La cuestión es que no podemos luchar todo
el tiempo ni en todas las causas. Hay batallas que merecen la pena y otras que
no. El fuerte viento, que por cierto va a durar varios días, no ha hecho
cambiar nuestros planes. Hay en la vida y en los viajes algunos objetivos y
algunas historias que claman para que las afrontemos y que quizás es mejor asumir,
y en estos casos hay que pelear hasta donde haga falta y otras como en esta
ocasión donde no hacia falta embestir contra ese muro insalvable que se
convierte el viento en contra para un ciclista.
A veces todas estas situaciones tienen que
ver con nuestros deseos para cada viaje o como suelo decir muchas como en cada
situación en nuestra vida: ¿qué tal los deseos? ¿tienes deseos?
Efectivamente, los deseos son importantes
porque nos dan muchas pistas para resolver situaciones complicadas. Deseo aquel
viaje que no tengo, deseo aquello que me falta. El deseo no son las ganas del
momento, no. El deseo ocupa un lugar importante en nuestra relación con todo lo
que nos rodea. Actúa, en la mayoría de las veces, como un GPS. Nos indica si
estoy en movimiento o, por el contrario, si me he estancado. Además, cuando un
viaje tiene un fuerte deseo detrás, cuando un deseo es auténtico no se
descompone ante las dificultades o ante el fracaso, sino que se vuelve más
fuerte, vibra con más potencia en mí.
A lo largo de mi vida, me he encontrado con
muchos deseos que se han convertido en nada. Viajes que no pasan de un deseo,
que no los pones “negro sobre blanco”, no se mueven, están estancados. En
muchas ocasiones sufrimos porque no encontramos ese viaje que hará que saltemos
del sillón y se convierta en un deseo tan profundo que ya lo vamos a llevar en
nuestro interior hasta que lo alcancemos.
Cuando me concentro, y escucho ese deseo
más profundo, no me escucho a mi mismo, escucho otra voz en mi interior que
intenta sintonizar conmigo para mostrarme un camino más fácil, siempre hacia
adelante. Un camino no solo me ayuda a conseguir ese deseo, sino que me habla
de libertad, autenticidad y felicidad. Y ahora te pregunto a ti: ¿qué tal los
deseos?
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