¡¡¡Buenos días!!!
Volviendo al tema de hace dos días, vamos a suponer
esta mañana que queremos conocer a una persona. Resulta que, si esta persona
está decidida a que no lo hagamos, no llegaremos nunca a conocerla. Tenemos que
hacer un esfuerzo para ganarnos su confianza.
Como veis, tenemos que querer los dos, se necesitan
dos personas para hacer una amistad. Pues bien, vamos a subir un escalón más.
Cuando queremos conocer a Dios, sucede que la iniciativa en esa amistad está de
Su parte. Si Él no se revela, no podemos hacer nada para encontrarle. Que
sucede, que se revela a algunas personas más que a otras, no porque las
prefiera más, sino porque es imposible para Él mostrase a una persona cuya
mente y carácter no estén en condiciones.
Voy a poner un ejemplo, la luz del sol que carece de
preferencias a la hora de reflejarse en un espejo no puede reflejarse lo mismo
en un espejo polvoriento del mismo modo en que lo haría en un espejo limpio.
Pues bien, si una persona en su interior no se
mantiene en las condiciones adecuadas, limpio y brillante, su visión de Dios
será borrosa, como lo será la luna vista a través de unos prismáticos sucios.
De ahí que las sociedades que no estén muy limpias tengan religiones sucias:
han estado mirando a Dios a través de una lente sucia.
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