"Una cosa muerta puede ir con la corriente,
pero sólo un ser vivo puede ir en su contra." (G. K. Chesterton).
Buenos
Días: conmemoramos hoy a los fieles difuntos con el amanecer a las 07:29 horas
y con una puesta de sol a las 17:59 horas, un poco de viento pero no creo que
moleste mucho.
Empezamos
el fin de semana con unas temperaturas que nos van a permitir disfrutar de
nuestro tiempo libre sin que la meteorología nos ponga ningún impedimento, lo
que me lleva a la reflexión que no todos pueden aprovechar estos dos días de descanso.
Ya
nos habremos dado cuenta que cada día hay más establecimientos que abren sus
puertas en domingo. Lo que antes considerábamos normal en un bar, en un
restaurante o cualquier medio de trasporte público hoy ya lo vemos en algunos
centros comerciales y en algunas grandes tiendas.
Según
he podido leer, abrir los domingos no supone un aumento de las ventas, sino que
las ventas semanales se repartan en siete días en vez de los cinco días y medio
como antes. Y claro, las preguntas surgen ¿Por qué se abre entonces los
domingos? ¿Qué se esconde detrás de esta nueva costumbre? ¿Por qué se impide a
muchos trabajadores disfrutar con su familia del día que todos tienen libre?
Seguro
que podríamos encontrar varias respuestas diferentes, aunque hoy, me gustaría
centrarme en esa ideología del consumo que nos esta invadiendo últimamente y que
parece se haya convertido en una nueva religión. Una nueva devoción que nos
dice que nuestra salvación se encuentra en el consumo, en la capacidad de
comprar aquello que queremos. Y así es como los centros comerciales se han
convertido en los nuevos santuarios en los que podemos hacer realidad nuestros antojos
a través de la compra de cosas y servicios y, como toda religión que se precie
tiene también sus momentos cumbre, sus fiestas en las que se puede alabar al nuevo
ídolo del consumo.
Así
nos encontramos con fiestas que están
consagradas al consumo y a las compras como son las navidades, el “blak
friday”, Halloween, las rebajas, San Valentín, el día del padre, de la madre,
etc. pero no termina en unas fiestas programadas sino que se llegado a
consagrar los domingos para que la gente puede comprar en ese día.
Hemos
convertido el comprar en una necesidad tan grande que por eso es necesario que
haya gente que sacrifiquen sus domingos para que otros puedan, realmente,
cumplir con aquello que es lo más importante, comprar, adquirir bienes y
servicios.
No
todos somos seguidores de esta nueva costumbre, y creemos que el llamado
descanso dominical es más importante que poder comprar en domingo, ¿Qué hacer? pues
posicionarnos no solo no comprando nada en los días de fiesta sino comprando el
resto de la semana en tiendas que no abran el domingo.
Tenemos
que darle importancia a las personas y a su descanso semanal en el mismo día
que lo hacen su familia y la mayoría de la gente.
Feliz
Día.
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