jueves, 28 de noviembre de 2019

Jueves 28 de noviembre de 2019.

"Una cosa muerta puede ir con la corriente, pero sólo un ser vivo puede ir en su contra." (G. K. Chesterton). 

Buenos Días: Nos enfrentaremos hoy al sol a partir de las 07:58 horas y no será hasta las 17:40 horas cuando nos abandonará. En este jueves que promete ser de lo más interesante, ya que celebramos la festividad, entre otros, de santa Catalina Labouré.
Me comentaban anoche que tal vez me estoy pasando con mi insistencia en que hay que pensar y razonar, me remarcaban que muchos de los males que han afligido a la humanidad en el siglo pasado, el XX, se encuentran en la aplicación de la filosofía moderna. Me recordaban que ya sea por el individualismo de Descartes, el colectivismo de Marx o el nihilismo de Nietzshe, todas nos han llevado a desastres. Me hacían ver que el problema más grave hoy en día es que la cultura ha adoptado una mala filosofía, o sea que se tenía un sistema erróneo de pensamiento. Anoche me parecía que tenían bastante razón, pero esta mañana ya no lo veo tan claro.
Dándole vueltas al tema, veo que esa posición resulta relativamente cómoda, pues traslada la solución de todos los problemas del pensamiento actual al trabajo de unos especialistas, los filósofos, que son quienes deberían proporcionar las soluciones, mientras que se cree que el individuo de a pie, lamentablemente no puede hacer nada.
Sin embargo, esta manera de enfocar las cosas, de considerar que hay filosofías buenas y malas como si fueran productos de consumo, me parece que no es la mejor manera de abordar esta cuestión tan importante. No es que no sepamos lo que nos pasa, como decía Ortega, ni tampoco que pensemos mal o que hayamos optado por una mala filosofía. Lo que nos pasa es más bien que en nuestra sociedad se ha renunciado a pensar. Quien se para un momento a reflexionar se da cuenta enseguida que en este mundo global cualquier forma de pensamiento libre y creativo ha caído víctima del ensordecedor ruido general.
Recuerdo ahora aquella frase que escribió Pascal de que “toda la desgracia de los hombres viene de una sola cosa: el no saber quedarse a solas en su habitación” me parece que es ahora más verdad que nunca. Pensar es difícil. No proporciona una gratificación instantánea como la mayor parte de las cosas que consumen los jóvenes. Quien piensa es considerado a menudo como un ser extraño, como un extraterrestre.
Precisamente son los filósofos quienes tienen como profesión recordar a la gente que no se puede vivir sin pensar, que no podemos trasladar nuestras decisiones a otros, sean las modas, las mayorías o la tradición. Si vemos la historia de la filosofía nos encontramos con Sócrates, el primero de los filósofos, que se veía a sí mismo como un moscardón puesto sobre su ciudad, Atenas, para que no se amodorrara. Su tarea era enseñar a pensar con libertad. “Más vale padecer el mal que cometerlo”, decía, y afirmaciones como ésta le llevaron a ser condenado a muerte. Posiblemente nunca ha estado de moda pensar.
La conflictividad es un rasgo inevitable de la convivencia humana en todos sus niveles: desde la familia hasta la comunidad internacional, pasando por la comunidad de vecinos, la organización profesional o, por supuesto, el Congreso. Muchos renuncian a pensar precisamente para evitarse conflictos: basta con hacer lo que hace la mayoría. “Lo hacen todos” es el argumento moral definitivo en favor de una posición cualquiera porque nos exime de pensar.
Cuando era joven, recuerdo que yo usaba este argumento ante mis padres, sobre todo ante mi madre, ella siempre me respondía con enorme convicción “¿si todos se tiraran por la ventana, tú te tirarías?”. Ante esa pregunta, yo siempre consideraba la altura, “por si acaso”, decía, pero sólo llegué a entender la fuerza de su argumento muchos años después.
Lo importante era el convencimiento de mi madre y quizá se encuentre en ella el origen de mi vocación filosófica. Mi madre me daba sus razones porque estaba convencida de la verdad de su posición, pero sobre todo porque quería enseñarme a pensar por mi cuenta. Transferir las decisiones personales a “lo que hacen todos” equivale a tirarse por la ventana, esto es, a dejar de pensar.

Feliz Día.

No hay comentarios: