martes, 5 de noviembre de 2019

Martes 5 de noviembre de 2019.

"Una cosa muerta puede ir con la corriente, pero sólo un ser vivo puede ir en su contra." (G. K. Chesterton). 

En la fiesta de santa Ángela de la Cruz el sol ha empezado a alumbrarnos a partir de las 07:33 horas y lo hará ininterrumpidamente hasta las 17:56 horas, en un día en que tendremos pocos cambios respecto al día de ayer.
Si cavilamos un poco nos daremos cuenta lo que le gustan los cambios a esta sociedad en la que vivimos, bastaría analizar, por ejemplo, la evolución política de los participantes en el debate de anoche, entre los principales candidatos a presidir el país, por ejemplo, que los llamados “conservadores” han hecho propias y defienden con orgullo tesis que hace unas pocas décadas los “progresistas” apenas se atrevían a defender vergonzantemente. Para justificar tantos cambios, no solo en los políticos, vemos que recurrimos ingenuamente a argumentos que como “es un signo de los tiempos” o que “renovarse o morir” y nos acostumbramos a nuevas ideas como quien se adecua a nuevas modas en el vestir.
Pero la verdad es que lo normal no es ir cambiando de ideas a cada poco, salvo los cambios que descubrimos y nos procura la experiencia de la vida y la acumulación de conocimientos y sabiduría. Siempre he pensado que la persona no encuentra reposo en las cosas que no son sólidas, y, sin embargo, el hombre actual está siendo constantemente hostigado para que abandone las convicciones firmes y se entregue al desasosiego de los pareceres inconstantes, como si la ley del pensamiento no fuese la verdad, sino la opinión fluctuante.
Aquella teoría que propuso Heráclito para referirse a los cambios biológicos y naturales de que “todo fluye”, lo hemos trasladado también a mundo de los pensamientos y hemos llegado a la conclusión de que nuestras ideas deben estar en un constante proceso de mutación. A pesar de todo esto, todavía el sentido común nos dicta a las personas sencillas que quien anda cambiando constantemente de ideas, o amoldándolas a la coyuntura, es un “chaquetero”; pero entre las llamadas “élites”, que son esos grupos reducidos de personas que tiene poder e influencia en una parte de nuestra sociedad, que son las encargadas de matar el sentido común de las gentes sencillas, este cambio constante es mostrado como la forma suprema de sabiduría y la prueba máxima de inteligencia emocional .
Quien, por el contrario, se mantiene leal a sus convicciones es mostrado como un retrógrado peligroso, un inmovilista al que conviene dejar aparcado en la cuneta, para que no actúe a modo de lastre en los procesos de cambio que se siguen produciendo sin cesar.
Y, es aquí, donde nos tenemos que parar y razonar, porque, todo cambio debe tener una dirección, un “hacia donde”; pero esta sociedad tan moderna esconde este elemento, en todo caso lo disfraza con los adornos del “progreso”. Pues lo que le interesa es, ante todo, que la gente avance en la búsqueda de “nuevos horizontes”, sin saber cuál es la meta, sin plantearse siquiera si tal meta es en realidad un abismo o un basurero.
Se nos esta intentando dirigir hacia una especie de tierra prometida, pero no sabemos por quién, donde deberíamos de disfrutar de una vida más llena, coronada por el disfrute de nuevos derechos. Por supuesto, nunca la alcanzaremos, pero su búsqueda quimérica permite que no nos unamos a ninguna convicción definitiva, y así podamos extraviarnos más fácilmente.
Se intenta cambiar constantemente sin querer ni mirar atrás ni detenernos un poco. Si nos hemos metido en un lío, tenemos que meternos en otro aún mayor para adaptarnos; como hemos dado un giro equivocado hace algún tiempo, tenemos que ir hacia delante y no hacia atrás; como hemos extraviado el camino, debemos también extraviar el mapa; y, como no hemos realizado nuestro ideal, debemos olvidarlo .
Todo menos arrepentirnos y retroceder, que es una herejía que nuestra época no admite; pues, al arrepentirnos y retroceder, descubriríamos que hay certezas inamovibles, verdades inmutables y palabras perennes. Y esto es lo que el afán de cambio no puede permitir en modo alguno; pues, al fin y a la postre, todo este pensamiento que he descrito fue concebido para combatir a quien pronunció esas insultantes palabras, que al final son verdades inmutables y certezas inamovibles.

Feliz Día.

No hay comentarios: