miércoles, 5 de abril de 2023

¿Qué celebramos mañana?

 ¡¡¡Buenas tardes!!! 

Mañana es Jueves Santo, y los católicos sabemos qué vamos a celebrar, pero quiero, si es posible mostrarlo a los que lo desconocen.

Nos vamos a encontrar mañana con uno de los días más conmovedores de la liturgia católica, recuerdo ahora esa frase de: “Tres Jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el Día de la Ascensión”, pues vamos a conmemorar no solo la Eucaristía sino también la institución de los sacramentos del sacerdocio.

¿Y por qué? Pues por qué los Apóstoles hicieron su Primera Comunión la noche del Jueves Santo. Ellos comieron y bebieron el Cuerpo y la Sangre de Cristo, y Jesús les dio el poder: “Hagan esto en memoria mía”. A partir de esa noche hasta el día de hoy, la línea sucesoria del sacerdocio en la Iglesia jamás se ha interrumpido, a pesar de pasar por épocas de oscuridad tremenda.

Se celebra también, aunque suele pasar bastante desapercibida, la Misa Crismal, que se celebra por la mañana en todas las catedrales, o hoy por cuestiones geográficas, donde los obispos junto a sus presbíteros consagran el Santo Crisma, es decir el óleo perfumado que representa al mismo Espíritu Santo, que se utiliza en los bautismos, confirmaciones y en la ordenación de los diáconos, sacerdotes y obispos; se bendice también el óleo de los que se inician en la vida cristiana y el óleo de los enfermos.

Por la tarde se celebra el acto más conocido, la Misa de la Cena del Señor, donde se rememora la institución de la Eucaristía. Tengo ahora que recordar que la Eucaristía es la piedra angular de la fe y doctrina católicas, si se quitase la Misa, colapsa con ella toda la fe católica, me resulta difícil imaginar lo que de ella quedaría.

Sucedió también algo muy importe en la última Cena: Jesús se puso a lavar los pies a sus discípulos porque quería servirles. Era, además, un ejemplo de cómo ellos debían actuar. Así lo dice en un momento determinado después de haberles lavado los pies y decir, casi sin palabras, lo que era más importante: entregarse por el prójimo, echar una mano al prójimo, ser hermano del prójimo. Por eso a este jueves, Santo, se le llama del “amor fraterno” porque nada hay de más amoroso que dar la vida por amigos y aquella Cena, la Última era el principio de la entrega máxima, extrema, de parte del Hijo de Dios.

Servicio, por tanto; sacerdocio, pues y, por fin, Santa Misa. Estas tres formas de manifestar la gloria de Dios en el Amor del Padre son las que Jesucristo proclamó en aquella Última Cena.

Y nosotros, que tantos siglos después recordamos aquello en un momento en el que el mundo quiere olvidarse de Dios, no podemos, ¡qué menos!, que agradecer a Dios por haber hecho, con su descendencia, un regalo tan grande como aquel.

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