¡¡¡Buenos días!!!
“Dicen que los viajes ensanchan las ideas,
pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton).
Mientras
esperaba allí arriba en la Sierra de Bernia, a que amaneciera y comenzará el 29
de marzo escondido en mi saco de dormir, me preparaba para el tercer día de
bicicleta, y pensaba en lo heroicos que pueden ser a veces estos viajes.
Y es que si nos
vamos a un diccionario y buscamos la palabra “héroe” nos podemos encontrar con
varias definiciones, sin embargo, un héroe moderno me gusta pensar que viene a
ser como aquel que dice “NO” cuando todos dicen “SI”.
O sea, se
trataría de no hacer lo que otras personas quieren haga y tampoco hacer lo que
otras personas hacen. Decir que NO, no solo para llevar la contraria, sino para
afirmar un SÍ que vale la pena perseguir. Un SÍ que hace que la vida recorra un
camino propio. Entonces: ¿Es acaso un héroe el que se sube a una bicicleta
y se va de viaje?
Con toda la
comodidad que nos rodea y a la que estamos tan acostumbrados, esto de ser
distinto es ya como un pozal de agua fría que nos tirasen encima, nos despeja
la mente. En la sociedad de la “opulencia”, decir NO a nuestro estado de
confort, cuando todos dicen SÍ, supone una tarea difícil: salir de una
comodidad que disfrutamos y que tenemos bien establecida.
Recuerdo ahora,
una conversación en un restaurante, por cierto, un lugar donde se sentía uno
hasta hace poco verdaderamente libre y que merece también una reflexión, que se
dijo: “las redes sociales te hacen estúpido”. Y continuó la conversación con:
“antes se pensaba en ser abogado, ingeniero, médico, etc.; hoy la gente piensa
en ser “gamers”, “youtubers” y “tiktokers”: ¿qué bien se hace con eso?” … Otro,
sin embargo, dijo: “pero si no estamos nosotros otro va a ocupar ese lugar”. Es
verdad, alguien lo será, sin embargo, si yo entro en las redes a hacer lo
mismo, y no estoy dispuesto a ser distinto, da lo mismo sí estoy yo u otro. Y
para hacer lo mismo es mejor no entrar, por lo menos, no se pierde el tiempo.
Existe una cosa
sorprendente en esto, cuando alguien se hace por ejemplo “youtuber” para
mostrar sus viajes, en el fondo lo que desea es ser distinto, pero representa
una línea de conducta que se repite una y otra vez. Se ponen a circular
historias, proyectos que terminan en convertirse en una fotocopia. Un viaje en
bicicleta que podría convertirse en una arriesgada aventura de una novela
clásica, hoy se convierte en la historia de una vida sosa que se repite, que se
visualiza en la pantalla junto con cientos de otras iguales, y termina por
olvidarse, como pasa con muchas modas.
Ya no vemos al
héroe cómo esa persona que muere por una causa noble, sino aquel que vive su
vida por ella. Hoy el heroísmo que pueda existir en un ciclo-viaje es el de
quien se atreve a decir que NO cuando todos dicen SÍ, y sale de su zona de
confort.
Este heroísmo
de cada día, la mayoría de las veces se disuelve en una sociedad en la cual
perseguir lo grande se convierte con frecuencia en algo aburrido o trivial. Nos
asusta vivir una aventura, porque le tememos a ese misterio que nos empuja a lo
desconocido. Se prefiere la comodidad y el placer, pues nos ofrecen seguridad.
Si eliminamos
el misterio, lo grande que busca el héroe, ya sea un valor o un ideal, pierde
su encanto y se convierte en algo aburrido o trivial. Hay que salir de viaje
con la bicicleta y ese misterio que hay en todo lo que va a ser diferente es lo
que nos acerca a los héroes, modernos, pero héroes.
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