¡¡¡Buenos días!!!
Muy
bien, después de dos días intentando conseguir mostrar cómo se podría convertir
la pederastia en algo normal tenemos que ver si a nivel social nos ha
funcionado, y esto lo podemos comprobar si al hablar del tema empezamos a oír
comentarios como este: “Yo nunca lo haría, pero ¿por qué impedir que otros lo
hagan?”. “Yo no consentiría que mi hijo o mi hija mantenga relaciones sexuales
con otros niños, pero si otros padres quieren consentirlo, allá ellos”. Si oímos este tipo de comentarios ya hemos puesto la primera piedra, ahora es cuestión de esperar.
Hay que esperar que
los que están en contra se muevan y actuar en consecuencia. Veamos, los padres
que no quieren que sus hijos reciban ese tipo de enseñanzas muestran su derecho
a educar a sus hijos según sus convicciones morales y religiosas, y añaden que quienes
tengan otras convicciones, allá ellos. Sin embargo, siempre aparece el político
de turno con la teoría de que aquí todos los niños tienen derecho a ser
educados de la misma manera. Hay que proteger a los niños de esos padres tan
autoritarios y retrógrados.
Ya
está, casi nos hemos olvidado del origen de la polémica, encontramos la misma
polémica como normal, eso que antes era tabú ahora ya no. Lo que antes se hacía
a escondidas ahora hay que normalizarlo y verlo como algo normal. Hay que
quitar las huellas y prejuicios de décadas anteriores para construir un nuevo
mundo donde todos seamos más libres y felices
Ya está todo normalizado. Todo el mundo acepta
la pederastia, porque tienen derecho al placer sexual desde pequeños.
Voy
ahora a añadir un pequeño ejemplo de cómo se cambia la opinión pública:
recordáis el escándalo que se montó en España cuando un autobús recorrió los
pueblos de España con un letrero que ponía «Los niños tienen pene y las niñas
tienen vulva». Esa es la realidad biológica: es la verdad. Pues ese autobús,
que iba pregonando lo evidente, fue apedreado, denunciado por homófobo y causó
un notable escándalo en los medios de comunicación, que pusieron a Hazte Oír a
caer de un burro.
¿Por
qué sucedió? Pues porque la normalización de la transexualidad estaba ya muy
abierta cuando el autobús salió a las calles. Hoy ya tenemos Ley Trans. Y
quienes se opongan a la ley trans o a las leyes sobre LGTBI+ puede ser
denunciado por delito de odio y condenado a multas o a cárcel.
En
fin, lo que antes era inconcebible e inadmisible ahora es legalmente
obligatorio y oponerse es delito de odio. Decía Chesterton que cuando hay que
salir a la calle a defender que la hierba es verde, mal vamos.
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