¡¡¡Buenos días!!!
Hoy ya nos encontramos en el Sábado Santo,
un día en el que todo parece silencio, como si ya hubiésemos olvidado los
sufrimientos de la Pasión y, sobre todo, aquella muerte en la cruz.
Hoy es un día donde también hay algo que
aprender, en apariencia nos puede parecer un día de espera, neutro. Esperamos
lo que se nos dijo, la Resurrección. Hoy es día de esperanza, de fomentarla, de
no permitir que nuestro corazón se arrugue ante las dificultades, de no venirse
abajo del todo cuando tropezamos ante cualquier problema en nuestra vida, para
poder volver al camino que nos habíamos marcado. Entonces, la esperanza nos
sirve, y más que bien.
Día de meditación pues, y de silencio:
meditación porque hay que volver a pensar en todo lo que ha sucedido en estos
últimos días y de silencio para evitar que nos interpreten erróneamente.
Esperamos, pues, una victoria, la victoria
Pascual que nos salve para siempre. Y mientras, en este tiempo de espera,
podemos pedir seguir teniendo confianza en Dios, en su Amor y en su
Misericordia. Entonces, ahora y ya para siempre, siempre, siempre.
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