lunes, 3 de abril de 2023

¡¡¡Enhorabuena¡¡¡ ¡¡¡Ya es lunes!!!

 ¡¡¡Buenos días!!! 

Y, es que como decía ayer, si resulta que ninguno de los placeres que puedo alcanzar me satisfacen por completo, eso no demuestra que mi vida sea un fraude. ¿Y si esos placeres nunca estuvieron destinados a satisfacernos por completo, sino solo a excitarnos, a sugerirnos lo realmente auténtico?

Si esto fuera así, no creéis que debo andar con cuidado, por un lado, a no despreciar nunca, o desagradecer, estos placeres terrenales, y por otro, no confundirlos con aquello otro de lo cual estos son una especie de anuncio. Debería mantener vivo en mí mismo el deseo de alcanzar ese lugar, lugar que no encontraré hasta después de mi muerte; y es que jamás debo apartarme de ese objetivo; debo hacer que el principal objetivo de mi vida sea seguir esa dirección que me lleve a ese lugar y ayudar a los demás a hacer lo mismo.

No hay que preocuparse de los graciosos que ridiculizan la idea del “Cielo” cristiano diciendo que no quieren “pasarse el resto de la eternidad entre coros de Ángeles”. La respuesta es que si no pueden entender los libros escritos para personas mayores no deberían hablar de ellos. Todo lo que encontramos en las Escrituras (arpas, coronas, oro, etc.) es, por supuesto, un intento meramente simbólico de expresar lo inexpresable.

Veamos, los instrumentos musicales se mencionan porque resulta que, para muchas personas, no para todas, la música es lo que nos da más fuerza y nos sugiere el éxtasis y lo infinito. El oro se menciona para sugerir la intemporalidad del Cielo (el oro no se oxida) y su preciosidad.

Las personas que toman estos símbolos literalmente bien pueden creer, por ejemplo, que cuando Cristo nos dijo que fuéramos como palomas quería decir de debíamos poner huevos. 

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