martes, 18 de noviembre de 2025

Día 128, del viaje a la maratón de Valencia. Responsable.

     Día 128, del viaje a la maratón de Valencia.

¡¡¡Muy buenos días!!!



La mayoría de nosotros pensamos que una de las cualidades que toda persona debería de tener es la de ser responsable, se trata por lo tanto de una de las características que nos permite poder vivir en sociedad.

Pero claro, ser responsable indica una persona que responde y por lo tanto lo hace ante preguntas, sobre las cuales necesita pensar antes de responder. Nuestra sociedad nos da todos los días respuestas muy fáciles a la gran mayoría de cuestiones, y nos hace creer que con ellas podemos dar respuesta a todas las interrogantes que se nos puedan presentar y que por lo tanto no hace falta indagar más.

Una de las características de la sociedad moderna es que nos da unas respuestas que nos permite controlar todo lo que nos rodea. Para esa persona que cree tener el control de su vida, pues tiene una solución para cada uno de sus problemas y puede controlarlos, piensa que la realidad está ahí, en todo lo que controla. Sin embargo, un día se va a dar cuenta de que esa realidad, su realidad, la que controla, es una realidad muy reducida, que no es toda la que hay.  

El problema que aparece para esta sociedad moderna cuando somos nosotros los que pensamos en las respuestas, es que nos damos cuenta de lo reducida que es nuestra vida y que hemos dejado fuera demasiadas cosas. Pensar implica ver un mundo más amplio, muchas veces desconocido, cuyo enigma tiene un riesgo y puede provocarnos algo de miedo.

Pensar, en este sentido, no se trataría tanto de algo intelectual sino más bien en algo vital, algo necesario para vivir. Pues descubrir la verdad, la belleza y el bien que nos rodea conlleva que nos situamos ante la realidad y ante nuestra vida. Se trata pues de la respuesta o la solución que cada persona logra dar a su vida, y dar al mundo con su vida.

 Es pues, salirse de las respuestas fáciles con las que se contenta el mundo actual: ganar dinero, disfrutar, instalarse en la comodidad, y procurar no comprometerse ni profundizar en las relaciones o en el conocimiento de la realidad, etc.

Existe como temor a sacar lo que tenemos dentro y enfrentarnos con lo desconocido, tal vez por el peligro y el miedo a no tener todo controlado. Quizás en este siglo XXI el exceso de racionalización, en vez de hacer un mundo realista y encantador, ha hecho un mundo idealista y frenético con el solo objetivo de alcanzar una zona cada vez más amplia de confort con la que uno se pueda sentir seguro materialmente, se sienta el dueño.

Pero intentar individualizar la belleza de nuestra vida y de la realidad en todo lo que podamos conseguir se ha convertido hoy en algo prohibido y enfermizo. Esto hace que mucha gente termine amargada. Tarde o temprano nos damos cuenta de que ante la inmensa realidad que descubrimos más que seguridad material nos hace falta seguridad existencial, es decir: alguien en quien confiar.

 El problema de pensar es que te das cuenta de lo pequeña que es nuestra realidad, de lo reducida que es esa zona de confort que nos hemos construido y que tan bien controlamos, de los ejemplos tan limitados con los que buscamos dominar la cada situación.

Recuerdo ahora la alegoría de la caverna de Platón, donde en una cueva donde viven un grupo de hombres atados a unas cadenas, ven solo lo que otros les proyectan en una pared, ven sombras. Y cuando uno que ha conseguido salir, vuelve y se les acerca, les dice: “hay más”, ellos deciden hacerlo callar: “aquí estamos muy cómodos, déjanos en paz”.

            Una vuelta a la realidad, una vuelta a la experiencia debe pasar primero por no conformarnos con las respuestas fáciles, sino a encontrar respuestas que atrapen la belleza de lo real y del verdadero sentido de la vida. Solo esto podrá ayudarnos a cambiar un estilo de vida basado en el confort, por un estilo de vida diligente.

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