Día 122, del viaje a la maratón de Valencia.
¡¡¡Muy buenos días!!!
Uno de los problemas con los que me encuentro cada mañana al revisar las páginas web de los periódicos es la normalidad con la que leo las noticias de los escándalos de corrupción que tenemos en la política española. Y es que me preocupo al darme cuenta de que ya lo considero normal.
Ya veo como algo rutinario esas ruedas de prensa vacías con esas caras
largas y serias, con los mismos gestos de falta de respeto hacia los ciudadanos,
y mientras tanto, aquí estoy yo, intentando hacer las cosas bien, como se debe.
Se espera de nosotros que tengamos calma, paciencia, comprensión, sin embargo,
yo no encuentro que se me responda de la misma manera. Y ahora, no me estoy
refiriendo solo a que se tenga que hacer justicia, sino que pido algo más, algo
más intenso, espero que me respeten, espero respeto. Y es que, lo que sucede según
mi opinión es que no estamos pasando una crisis política donde nuestros representantes
tienen problemas para realizar sus proyectos, sino que hay una falta de respeto
al sentido común de las personas.
Yo no pido que todos seamos perfectos. Porque no podemos serlo, todos
hemos sido, somos y seremos personas con muchas imperfecciones. Pero una cosa
es tener un tropiezo y hacer el esfuerzo de levantarse, y otra muy distinta es
acostumbrarse a vivir en la imperfección, sin tomar ninguna medida, y es que
¿dónde queda el respeto a la verdad? ¿Cuánto tiempo hace que la política se ha convertido
en una profesión más?
En fin, me parece que se les ha olvidado y a nosotros ya casi no nos
importa que gobernar requiere de servicio, es servir, y no servirse. Y aunque
ahora me encuentre desanimado y un poco desencantado, creo que nos merecemos
más, y España, también.
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