miércoles, 5 de noviembre de 2025

Día 114, del viaje a la maratón de Valencia. Perder ganando y ganar perdiendo.

 Día 114, del viaje a la maratón de Valencia.

¡¡¡Muy buenos días!!!



Estaba pensando ayer por la tarde que antes de la jubilación me gustaba apurar las cosas hasta el último momento. Necesitaba un poco de presión para sacar adelante lo que quería o que tenía que hacer. Me gustaba esa sensación de saber que podía ir con tranquilidad, pararme, entretenerme por el camino con otras cosas, estar con gente, participar en mil historias, porque después al final acababa sacándolo todo adelante.

Hoy vivo de un modo muy diferente. Suelo preparar las cosas con mucha antelación, calculando el tiempo que me va a llevar y aprovechando mucho los tiempos muertos para tener compradas o preparadas cosas para las que todavía queda.

Hay quien me dice que me he hecho viejo ¡puede que tengan razón!  ¡Seguro que la tiene! Pero lo que noto es que sigue siendo la misma forma de actuar. Me gusta tener las cosas preparadas para poder continuar perdiendo el tiempo en todo eso que parece que no cuenta, pero que en realidad es lo más importante de la vida. Para poder pararme a charlar con las personas que me cruzo, para poder tomarme un café a media tarde con algún amigo, para pasear sin prisa por dentro de la casa, para tener tiempo para hablar con quién lo necesite, para poder celebrar los acontecimientos importantes de la vida de las personas, y tantas cosas. 

Es verdad que muchas veces resulta un poco contradictorio estar acelerado en según qué momentos, teniendo esa sensación de tener mil cosas que hacer y de estar perdiendo el tiempo en pasear o tomando café. O cuando pienso que podría haber aprovechado de otra manera esas horas del día que se me fueron sin darme cuenta.  

Lo cierto es que al mirar atrás y ver cómo se desarrolla mi día a día siento que merece la pena. Que quizá todo ese tiempo que a veces creo que he desperdiciado en realidad esté mejor empleado que otro mucho mejor “aprovechado”. Y que quizá se esté haciendo realidad aquella sentencia espiritual de perder ganando y ganar perdiendo.

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