“Aburrirse es besar a la muerte”. Ramón Gómez de la Serna.
Viveiros --- Playa
Penarronda.
Distancia: 70,56
km. Media: 15,82 km/h. Altura: 756 m.
Otro día interesante
para un ciclo-viajero, de todo un poco y, sobre todo destacar las playas que asoman
sin avisar a mi izquierda, siempre el mar a mi izquierda, una lastima, pues
siempre me encuentro con la carretera en medio, tendré que ir pensando que
repetir el viaje en sentido contrario no se podría considerar como una
repetición pues sería sencillamente distinto. Lo tendré en cuenta para el año
que viene si la salud nos lo permite.
Ayer comentaba lo fácil
que es a veces y lo complicado que puede llegar a ser entablar una relación con
nuestros vecinos en un camping o con los ciclo-viajeros que nos encontramos durante
el viaje y, pensándolo hoy un poco, me he dado cuenta que nos estamos
deshumanizando. Por lo que sea, pero sí, nos estamos deshumanizando. Quizás
suene demasiado duro y no es que sea yo partidario de esta deshumanización,
pero las noticias y lo que puedo observar me llevan una y otra vez a pensarlo.
Ya se que las cosas malas hacen más ruido que las cosas buenas y que por eso
tenemos la sensación de que hay más cosas malas que buenas y no es cierto y, os
soy sincero, me lo creo, pero a la vez no puedo evitar tener esta sensación.
Entonces, siempre nos
surge una pregunta y en esta ocasión es evidente, ¿qué hay que hacer para no
deshumanizarnos o, al menos, para frenar esa deshumanización? Una posible
solución la leí el otro día, mirar a los ojos.
Es curioso que tanto que
nos comunicamos nos miremos a los ojos tan poco. Me atrevería a decir que nos
miramos menos que nunca. Amigos alrededor de la mesa sujetando cada uno su
móvil; millones de personas que apenas se conocen y que se llaman amigos en una
plataforma digital que, curiosamente, se llama 'Libro de las Caras' (Facebook).
¿Qué nos está pasando? ¿Por qué nos cuesta tanto mirarnos a los ojos?
Hemos escuchado miles de
veces que “los ojos son el espejo del alma” y, aunque haya mucha literatura en
medio, estoy convencido de ello. En los ojos podemos descubrir algo más de las
personas, no sólo su físico. Los ojos, además, nos conducen a la esencia de la
persona, y es ahí donde nos vemos como semejantes. ¿Por qué? La persona se
reconoce como tal cuando reconoce en el “otro” al ser humano que es. Las pantallas
que tanto abundan en nuestra vida nos impiden reconocer al ser humano porque lo
vemos como una noticia, un mensaje a través de un whatsapp.
Estoy de acuerdo con Aristóteles
cuando dijo que el hombre es un ser social y, por eso, necesitamos
relacionarnos para re-conocernos, re-descubrirnos y re-ubicarnos ante lo que
somos.
Mirarnos a los ojos,
¿seremos capaces de hacerlo?
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