“El hombre ha de tener la suficiente fe en sí mismo para emprender aventuras, y dudar de sí mismo lo suficiente para disfrutarlas” (G. K. Chesterton)
Melides --- Setubal.
Distancia: 53,69
km. Media: 14,62 km/h. Altura: 267 m.
Continua el
viento. Aunque el desnivel a ayudado a que se pueda considerar que ha sido un buen
paseo en bicicleta.
Un buen día sin
duda, que celebre a la llegada al camping con una pizza para comer. Es la
segunda vez que lo hago, y realizar un poco menos de trabajo al llegar al
camping siempre es un pequeño regalo.
Por cierto,
buenos vecinos los que he disfrutado durante mi estancia en Setubal, él español
y ella brasileña, así como a la ciclo-viajera alemana que me he cruzado antes
de coger el ferry. Sin querer caer en la trampa de prejuzgar los gestos ajenos,
siento que de vez en cuando hay que hacerse la siguiente pregunta: ¿Qué
transmiten mis gestos? ¿Cómo trato yo al que tengo delante? ¿Cómo reacciono
cuando me pueden el cansancio o la dificultad? En esos momentos donde es
complicado mantener la compostura o nos cuesta tratar al otro como realmente
merece.
Podría parecer
que cuando viajas estas llamado al estoicismo, a esa capacidad de controlar
nuestras emociones y sentimientos ante la adversidad. Hay que ser capaz de encontrar
y sacar una alegría que nos ha de caracterizar a todos los ciclo-viajeros. Una alegría
que no se ha de confundir con euforia ni “buen rollo”, sino una alegría
paciente, atenta y compasiva. Que va más allá del poder simbólico de los
gestos.
Una alegría que
tiene que tener como destinatario al otro. Tenemos que controlar nuestro
carácter porque eso nos hará estar en paz, estar alegre no nos debe poner a nosotros
en el centro, sino que hay poner al otro
en el centro. Hay que cuidar los gestos hacia el otro. Y no cesar de
preguntarnos: y mis gestos, ¿cómo son?
No hay comentarios:
Publicar un comentario