“Los cuentos de hadas superan la realidad no porque nos digan que los dragones existen, sino porque nos dicen que pueden ser vencidos” (G. K. Chesterton).
Vila Nova da
Gaia --- Fao.
Distancia: 64,39
km. Media: 15,97km/h. Altura: 247 m.
Interesante la
etapa de hoy, pues he cruzado Oporto con bastante facilidad, nada que añadir
sobre Oporto que no se pueda encontrar buscando un poco, aunque el paseo que he
dado por las dos orillas del Duero me han gustado especialmente.
Unos cuantos
puentes he visto y por uno he cruzado el Duero para seguir paseando por la otra
orilla, puentes que se construyeron para unir las dos orillas y a las gentes que
las ocupaban. Parece obvio, sin embargo ahora estamos necesitados de constructores
de puentes.
Aunque pensándolo
bien me atrevería a decir que todos deberíamos de ser constructores de puentes,
por supuesto no me refiero a los que unen orillas sino a los que unen personas.
Sería una labor siempre interesante porque no hay tarea más hermosa que
dedicarse a tender puentes hacia los hombres y hacia las cosas. Sobre todo en
un tiempo en el que tanto abundan los constructores de barreras. En un mundo de
zanjas, ¿qué mejor que entregarse a la tarea de superarlas?
Pero hacer
puentes y, sobre todo, hacer de puente, es tarea complicada. Un puente, por de
pronto, es alguien que es fiel a dos orillas, pero que no pertenece a ninguna
de ellas.
Mas si el
puente no pertenece por entero a ninguna de las dos orillas, sí tiene que estar
firmemente asentado en las dos. No "es" orilla, pero sí se apoya en
ella, es súbdito de ambas, de ambas depende. Ser puente es renunciar a toda
libertad personal. Sólo se sirve cuando se ha renunciado.
Y, lógicamente,
sale caro ser puente. Este es un oficio por el que se paga mucho más que lo que
se cobra. Un puente es fundamentalmente alguien que soporta el peso de todos
los que pasan por él. La resistencia, el aguante, la solidez son sus virtudes.
En un puente cuenta menos la belleza y la simpatía, cuenta, sobre todo, la
capacidad de servicio, su utilidad.
Y un puente
vive en el desagradecimiento: nadie se queda a vivir encima de los puentes. Los
usa para cruzar y se asienta en la otra orilla. Quien espere cariños, ya puede
buscar otra profesión. El mediador termina su tarea cuando ha mediado. Su tarea
posterior es el olvido.
Incluso un
puente es lo primero que se bombardea en las guerras cuando riñen las dos
orillas. De ahí que el mundo esté lleno de puentes destruidos.
A pesar de
ello, amigos míos, qué gran oficio el de ser puentes, entre las gentes, entre
las cosas, entre las ideas, entre las generaciones. El mundo dejaría de ser
habitable el día en que hubiera en él más constructores de zanjas que de
puentes.
Un puente hacia
los demás. Y el bendito oficio de ser puente entre personas de diversas ideas,
de diversos criterios, de distintas edades y creencias.
Seamos puentes.
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