“Los cuentos de hadas superan la realidad no porque nos digan que los dragones existen, sino porque nos dicen que pueden ser vencidos” (G. K. Chesterton).
Vieira de
Leiria --- Figueira da Foz
Distancia: 37,99
km. Media: 13,59 km/h. Altura: 148 m.
Buen día, hemos
disfrutado de un paseo por un paisaje digno de la tundra del circulo polar, la misma
vegetación, el mismo viento y casi la misma temperatura. Una etapa que me ha
trasladado por momentos al año pasado.
Por lo tanto un
día tranquilo que ha contado además con una grata cena con una pareja de
franceses, con los que coincidí ayer también. Hemos intercambiado muchas
experiencias, hemos aprendido, yo de su juventud y ellos, espero que algo de mi
“madurez”. Dos cenas, la de ayer y la de doy que pueden valer por sí solas el
viaje.
Puede parecer, a primera vista, que no pueda
haber un “diálogo” entre generaciones tan lejanas. Entendiendo por “diálogo”,
el intercambio de ideas en busca de un punto de encuentro.
Si lo pensamos
veremos que un diálogo en sí no es algo optativo, adicional, para las personas.
Las personas nos comunicamos es una condición humana. La persona no ha sido
creada sólo para co-existir en sociedad sino para con-vivir, y esto se hace
comunicándose.
En este tipo de
conversaciones no se trata de que me olvide de mis ideas, pero sí saber
escuchar, comprender y en lo que pensamos que valga la pena, secundar. En estas
conversaciones se muestran nuestras decisiones, las que pensamos que fueron
buenas y las que resultaron no tan acertadas y, lo hacemos con toda naturalidad,
pues sabemos que no nos comprometemos. Y es que, todos en nuestras vidas hemos
tomado muchas decisiones, hemos elegido, cada generación tiene unos condicionantes
que la hacen inclinarse más sobre ciertos aspectos y sobre ciertas renuncias
que nos diferencian.
Sin embargo, elegir
es, en primer lugar, renunciar. Pero ¿elegir es sólo renunciar? No. En cada
acto de renuncia, vemos otra dimensión de nuestra libertad que no todas las
generaciones la ven: cuando elegimos, nos comprometemos con lo elegido. Si no,
mi libertad quedaría sin sentido, arruinada. Siempre que elegimos, renunciamos;
pero nos enriquecemos en la misma medida que nos comprometemos con lo elegido.
No podemos
estar continuamente preguntándonos: ¿qué podría estar haciendo ahora? Si lo hacemos
no le vamos a sacar el mucho partido a lo que hemos elegido. Abandonamos
entonces la posibilidad de aprender algo por una quimera, un futurible, una
mera hipótesis que no conduce a nada.
En fin, un día
interesante.
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