“El hombre ha de tener la suficiente fe en sí mismo para emprender aventuras, y dudar de sí mismo lo suficiente para disfrutarlas” (G. K. Chesterton)
Zahara de los Atunes --- Conil de la Frontera.
Distancia: 47,07
km.
Media: 14,15 km/h.
Altura: 393 m.
Estupendo día
de pedaleo, casi sin darnos cuenta nos hemos encontrado a las puertas del
camping, en Bárbate he entrado en un carril bici y me ha dejado a un kilómetro
del camping, desde luego esta costa tiene algo especial, las praderas llenas de
vacas paseando por la playa resulta curioso.
Es fácil que el
viento a favor haya tenido algo de culpa en lo placentero del día, unido a que
he llegado antes de las 13:00 horas al camping esta haciendo que sea una de las
jornadas más descansadas.
En estos viajes
de largo recorrido mantenerse descansado es fundamental, parece claro que lo
mejor es no cansarse, pero a veces no es posible con la bicicleta cargada y con
recorridos no siempre fáciles. Por eso en estos días en los que estoy esperando
a Miquel tengo que aprovecharlos para descansar lo máximo posible.
¡Hay tantos
ciclo-viajeros en esta ruta que estoy admirado! Lo malo es que siempre te
encuentras con los que van en dirección contraria, y de momento solo con uno en
mi dirección, bueno y a una chica el primer día, pero curiosamente van de bikepacking
que unido a su juventud ha hecho que me fuera imposible seguir sus ritmos. Pero
también se cansan, llegan cansados y con cara de agotamiento al final de la
jornada.
Y junto a la
admiración que siento al ver la cantidad de kilómetros que son capaces de hacer
también, admito, siento como ciclo-viajero temor y preocupación.
Ellos viajan
apasionados, generosos en tiempo y esfuerzos, se dedican cada día casi 8 horas
a pedalear. Lo que me preocupa es ¿están disfrutando? ¿cómo transforman ese
agotamiento en felicidad? Coincidí con un alemán con ojeras, seguramente por no
descansar bien. Y yo me pregunto si a veces estas ilusiones que nos llevan a
emprender largos viajes no terminan por destruirnos. No puedo creer que sea el
espíritu del ciclo-viajero. Quiero decir: el espíritu del ciclo-viajero no
destruye. Sí nos cansa, pero, misteriosamente, dando más energía.
¿Supuestamente,
este consumirse viajando es lo que todo ciclo-viajero estaría llamado a hacer? Entregar
su esfuerzo, sus fuerzas para recobrar entusiasmo, ansias de vivir, llegar cansado
a la noche pero con fuerzas recobradas para empezar a la mañana siguiente.
Viajar en
bicicleta nos gusta, nos urge marcharnos a ver mundo, pero creo que no a costa
de nuestra salud, sino con nuestra salud, como esa levadura en la masa, que sí,
desaparece pues se disuelve, pero con un poco de reposo nos da más fuerzas nos
hace crecer.
No creo en un
ciclo-turismo de superdotados que explota nuestra fuerzas, creo en un
ciclo-turismo que nos de energía cada día, que nos haga sentir “vivos”, y que
interiormente sentimos como plenitud, paz, serenidad, sentido, fortaleza,
alegría, incluso salud.
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