“El hombre ha de tener la suficiente fe en sí mismo para emprender aventuras, y dudar de sí mismo lo suficiente para disfrutarlas” (G. K. Chesterton)
Vila Real Santo Antonio --- Faro.
Distancia: 65,
28 km.
Media: 15,04 km/h.
Altura: 302 m.
Segundo día por
Portugal, hemos probado un poco las carretera y un poco también lo carriles
bici, y tengo que decir, que visto lo visto, es muy parecido a España, es más
no he notado la diferencia.
La etapa de
hoy, era de prueba, la he dividido en dos, la primera parte por la carretera
nacional y la última parte por carriles bici, y como sucede en España si
quieres avanzar por la carretera. Los carriles están muy bien para pasear, pero
los cruces de las calles y los innumerables cruces los hacen muy lentos.
Ahora ya puedo
elegir sabiendo lo que elijo, ya conozco como son las alternativas. Mañana elegiré
y como siempre acertaré o me equivocaré. A fin de cuentas un reflejo de lo que
son nuestras historias. Ya sea en lo más especial, y en lo cotidiano. En las
pequeñas y grandes decisiones que nos llevan a ser quien somos. Porque constantemente estamos eligiendo recorridos, cómo usar el tiempo,
qué palabras decir y cuáles callar, a quién dar cancha en la vida o no.
Habréis visto
en algunas imágenes que he colocado de mi tienda de campaña y de toda la zona donde
acampo que suele estar bastante desordenada, y es que existe un principio de la
termodinámica que dice que “todo tiende a su máxima entropía”, esto es, al
mayor desorden. Pues bien, yo pienso que “es imposible tenerlo todo ordenado”,
y esto sucede porque el desorden nos come más veces de las deseables. No solo
en el camping, también en la vida, con tanto ir y venir, tanta prisa y tanto
descontrol en el manejo de nuestros tiempos.
Si lo miramos
bien, nuestra vida es pura entropía. Por dos cosas: primero, porque ordenar
requiere mucho más esfuerzo que desordenar, eso también lo afirma la Física; y
segundo, porque controlarlo todo al milímetro puede resultar misión imposible.
Para ordenar
hay que poner mucha energía. No solo en la zona de acampada, también en los
pensamientos, los sentimientos, las prioridades, las elecciones, las pasiones…
Todo esto requiere un trabajo y, a veces, preferimos vivir en ese limbo del
desorden vital que parece permitirlo y excusarlo todo.
También en
alguna ocasión he comprobado que, aunque quiero, no puedo tenerlo controlado
todo. Siempre queda un cabo suelto, y ese cabo suelto puede ser el que define
el desenlace de la historia. ¿Es bueno tener controlado el cabo suelto? ¿Es
mejor tenerlo localizado para poder amarrarlo? Pues no sé, la verdad.
Creo que la
vida tiene que ver con saber convivir con “la posibilidad de”. Ciertamente no
podemos ir por ahí como pollo sin cabeza, a lo loco, sin orden ni concierto.
Pero controlarlo todo veo ya que no puedo. Que la vida, con esa maravillosa
facilidad que tiene, se salta las normas y te pone en el punto de partida de
nuevo. Vivir tiene que ver más con surfear: atentos a las olas que vienen para
decidir qué movimiento toca hacer. En definitiva, mente y cintura.
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