“El hombre ha de tener la suficiente fe en sí mismo para emprender aventuras, y dudar de sí mismo lo suficiente para disfrutarlas” (G. K. Chesterton)
Doñana --- Doñana.
Distancia: 0 km.
Media: 0 km/h.
Altura: 0 m.
Cero kilómetros
es lo que se ha movido la bicicleta, todo el día guardada en su bolsa. No nos
hemos movido del camping, no por la necesidad de descansar sino más bien para
reorganizar todo el material, no lo suelo hacer, es más, es la primera vez que
hago un alto en el camino.
Nunca me he
visto en la necesidad de parar un día, ya sea por problemas mecánicos con la
bicicleta o mis problemas físicos, no, nunca me había detenido un día. Y, había
que experimentarlo.
Lo primero que
sucede es que se rompe el ritmo diario, la sucesión de escenas prácticamente
mecanizadas se detiene. Hemos alterado nuestra rutina de viaje. Hemos lavado a
horas que nunca lavamos, nos duchamos en un horario diferente y, vemos que
vamos al mismo ritmo que todos los habitantes del camping, ya no somos un
extraño viajero que llega con la bicicleta, cena, duerme y se va.
Sin embargo, ha
sido un buen día para recuperar valores en el sentido real de la palabra:
volver a lo auténticamente valioso. He tenido tiempo para saborear el valor de
la vida, de la naturaleza, de la dignidad de la persona, de los vínculos. Todos
valores claves para la vida que no pueden negociarse ni sacrificarse.
A veces me
sorprendo cuando escucho hablar de “valores no negociables”. Todos los
verdaderos valores, los valores humanos, son no negociables.
Ahora debería,
para aclarar un poco lo anterior hablar de valores, virtudes y bienes. Y es que
la palabra valor tiene cierta maleficencia o engaño. Se oye mucho hablar de
crisis de valores, pero es un tópico, un término sesgado, equívoco, transmitido
de persona a persona, un concepto que constantemente se repite. Pero no es
verdad: los valores siguen ahí. Si decimos que existe crisis de valores,
entonces nos libramos de tener nosotros la culpa: Yo no soy los valores. Yo no
estoy en crisis.
¿Qué ocurriría
si en vez mencionar la "crisis de valores" nos refiriéramos a
"crisis de virtudes"? ¿Qué pasaría? Porque las virtudes están siempre
encarnadas en personas, y si hay crisis de virtudes, hay crisis de personas y
yo soy una persona, y eso me afecta, me atañe, me interpela; mientras que los
valores quizás no me comprometen de igual manera.
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