lunes, 19 de junio de 2023

Doñana --- Doñana. 19/06/23.

 “El hombre ha de tener la suficiente fe en sí mismo para emprender aventuras, y dudar de sí mismo lo suficiente para disfrutarlas” (G. K. Chesterton)

 Doñana --- Doñana.

Distancia: 0 km.

Media: 0 km/h.

Altura: 0 m.

Cero kilómetros es lo que se ha movido la bicicleta, todo el día guardada en su bolsa. No nos hemos movido del camping, no por la necesidad de descansar sino más bien para reorganizar todo el material, no lo suelo hacer, es más, es la primera vez que hago un alto en el camino.

Nunca me he visto en la necesidad de parar un día, ya sea por problemas mecánicos con la bicicleta o mis problemas físicos, no, nunca me había detenido un día. Y, había que experimentarlo.

Lo primero que sucede es que se rompe el ritmo diario, la sucesión de escenas prácticamente mecanizadas se detiene. Hemos alterado nuestra rutina de viaje. Hemos lavado a horas que nunca lavamos, nos duchamos en un horario diferente y, vemos que vamos al mismo ritmo que todos los habitantes del camping, ya no somos un extraño viajero que llega con la bicicleta, cena, duerme y se va.

Sin embargo, ha sido un buen día para recuperar valores en el sentido real de la palabra: volver a lo auténticamente valioso. He tenido tiempo para saborear el valor de la vida, de la naturaleza, de la dignidad de la persona, de los vínculos. Todos valores claves para la vida que no pueden negociarse ni sacrificarse.

A veces me sorprendo cuando escucho hablar de “valores no negociables”. Todos los verdaderos valores, los valores humanos, son no negociables.

Ahora debería, para aclarar un poco lo anterior hablar de valores, virtudes y bienes. Y es que la palabra valor tiene cierta maleficencia o engaño. Se oye mucho hablar de crisis de valores, pero es un tópico, un término sesgado, equívoco, transmitido de persona a persona, un concepto que constantemente se repite. Pero no es verdad: los valores siguen ahí. Si decimos que existe crisis de valores, entonces nos libramos de tener nosotros la culpa: Yo no soy los valores. Yo no estoy en crisis.

¿Qué ocurriría si en vez mencionar la "crisis de valores" nos refiriéramos a "crisis de virtudes"? ¿Qué pasaría? Porque las virtudes están siempre encarnadas en personas, y si hay crisis de virtudes, hay crisis de personas y yo soy una persona, y eso me afecta, me atañe, me interpela; mientras que los valores quizás no me comprometen de igual manera.

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